jueves, 29 de diciembre de 2016

Tú eres de Papa Noel o de Reyes Magos






Desde el Cosmos Indeleble, una región que pertenece a un país lejanísimo y muy desconocido. Estaban tres ángeles. Albino, Rubio y Moreno, pajes de los verdaderos Magos de Oriente.
Ese Cosmos indestructible, ni siquiera llega a ser país. Más bien está dentro de los límites de un maravilloso Edén Celeste, que en el Globo Terráqueo le llaman sin precisar, vulgarmente: Limbo.
El trío de querubines charlaba amistosamente y veían desde sus nubes virtuales, la vida en la tierra, esa existencia humana vista desde tan cerca, que bien parecía eran ellos también los protagonistas de vivencias actuales. Haciendo de jueces con todos y cada uno de los intérpretes que intervienen en la misma y que por estas fechas suelen fijarse un poco más debido a las Navidades.
Prestando atención en unas zonas, donde la abundancia era la estrella de grandes desequilibrios y las penas, la escasez, por ser más abundante tenía más adeptos y desilusionados.
Gentes que van sobradas de todo y otros que no llegan a los mínimos necesarios. Otras que triunfan y ríen, y el resto que van de fracaso en fracaso intentando cumplir como buenazamente pueden.
Así que, en su interés, fueron a poner el punto de enfoque en algunos lugares, de aquí o de allá, sin más criterio que el de visualizar un poco, como se comportaban los humanos en el borde del comienzo de un nuevo año.
En el visor apantallado de Albino, el paje más preparado y ceñudo de los tres, fue a situarse en la casa de una familia distinguida, que había adoptado a celebrar Santa Klaus, desde hacía pocos años, aunque no habían dejado de festejar el día de Reyes.
Aquellos niños, los hijos del doctor Tijeras, tenían prisa, aquella tarde por ir a dormir. Sabían que los Reyes de Oriente estaban a punto de llegar y no querían que los pillaran despiertos. Aunque la verdad, es que el pasado día 24 de diciembre, esperaron despejados al gran Papa Noel, y también tuvieron algún que otro regalito. 
El Santa Klaus, de los hijos del doctor, representó su papel de forma estupenda, casi nadie le conocía y algunos incluso llegaron a creer que venía desde la lejanía al trote de un reno y un carro con juguetes.
Los niños, le saludaron, sin descubrir al pobre comediante, dándoles un abrazo tan fingido como antinatural, pudiendo comprobar que era un empleado de su papá que, envuelto en su traje rojo de navidad, recorría su casa y la de sus primitos, representando una recreación de la noche de navidad.
Thais y Eliot, muy educados, por las monjas de la Congregación del Primer Beso a Jesús, no quisieron de ningún modo descubrir a Ramón, el esbirro de la familia, que ponía todo su empeño por hacerlo bien.
Recogieron con tanta ilusión sus paquetillos que lo recordaran siempre, mientras vivan. A pesar de haber quedado los juguetes y presentes en uno de los desvanes de mamá, donde guarda lo inservible para que llegado el momento puedan recogerlo desde la oficina de Auxilio Social.
Disfrutando ese instante con esos dones que Santa Klaus les regalaba y que no eran bien recibidos por los jóvenes hijos del doctor, a pesar de justificar su comportamiento ante todos los allí presentes, ya que son almas educadas y tienen la potestad de elegir, y escoger.
Aquellos presentes lamentablemente, distaban muy lejos de las pretensiones de aquellos jovencitos.
Fue en esta ocasión el Rubicundo Paje, de Gaspar el que situó la vista en la casa de Manolo y Raki, que no comprendieron como el Papa Noel, había pasado de largo en su casa. Aunque pensando entre los dos hermanos, llegaron a la conclusión que, como sus papas, no tienen costumbre de poner árbol navideño, y con el lío de la enfermedad de mamá, pues el tal Nicolás, ha pasado de ellos por falta de fe.
Esta noche han colocado sus zapatos en el balcón, junto al lavadero lleno de agua limpia y trozos de pan duro, una botellita de anís recién salida del alambique, y unas castañas, para cuando lleguen de madrugada, a su casa los Reyes de Oriente, puedan abrevar sus camellos y ellos, logren descansar tomando una copita de licor dulce.
Los regalos de Manuel y Raquel, ya saben cuáles serán, si es que, en el cielo, ellos los magos, consideran que su comportamiento ha sido bueno y se han relacionado con profesores, familiares, y amigos decentemente, sin rechistar y cumpliendo bien durante todo el año.
Después de haberse levantado a las seis de la mañana cada día, para ayudar a sus papás, en dar de comer a los animales: las gallinas, cerdos y conejos. Poner la ropa en la pica y lavarla, para después tenderla, hacer el trabajo de la casa, mientras sus padres se atarean con lo más delicado y una vez eso está completo, ir al colegio a tres kilómetros y volver andando cuatro veces cada día. Así doce meses del año.
Hacer religiosamente los deberes, y seguir si les queda tiempo con esas ilusiones de jovencitos, en pensar que el día de mañana, las cosas serán de otra forma.
La carta enviada por estos niños fue muy simple: Queridos Reyes Magos de Oriente, este año, solo te pedimos una cosa, que rezamos para que nos la puedas traer, y la podamos disfrutar a medida que pasan los días.
La cambiamos por ese carbón de dulce que nos trajiste el pasado año, que estaba muy sabroso, pero hemos de sustituirla en esta ocasión tan necesaria y solicitamos que nos lo otorgues: Cura a nuestra mamá, que no está demasiado buena y la necesitamos mucho. El pobre papá, no puede con todo y ambos están muy preocupados.
 La casualidad fue a parar en la diligencia al elegir lugar directo el paje más oscuro, el chambelán de Baltasar, el morenito, quedándose la aguja del buscador clavada en la situación del pedagogo más dedicado de la ciudad.
Antonino, es un profesor de primaria, soltero y timorato que, llegadas estas fiestas, y no teniendo familia a la que invitar. Se presta a ser uno de los protagonistas de la Navidad Lapona, o sea uno de los cientos de miles de personajes disfrazados que pululan por el mundo como Papa Noel.
Siendo y transformándose en ese imaginario rojizo con cabellera y barbas blancas, para que los niños, puedan ir con sus cartas al supermercado donde le colocan la butaca y hacer de correo especial.
Donde espera a que los chavales lleguen con sus ilusiones y entreguen esas misivas llenas de sueños y encargos de juguetes.
Es un trabajo que hace desde ya, unos cuarenta años, y con su preparación de instructor, lleva con un hilo de lana a los críos, en sus preguntas dándoles ilusiones de futuro.
Como la Nochebuena ha pasado, Antonino, está en el Carrefour cercano, haciendo la misma labor, pero en esta ocasión disfrazado de Paje de sus Majestades los Reyes de Oriente y con su peluca blanca, su barbita nívea y recortada y sus guantes de seda, da el pego y no imagináis la cantidad de chiquillería que espera ser atendida para entregar su carta a mano, para que lleguen sin falta las peticiones, a los tres Magos.
El regalo que recibió Antonino, fue el mismo de cada año, su contribución a que esos millones de niños, sean felices `por unas horas.
 Los tres Arcángeles, dieron otro metido al embolo de vivencias y se marchó al Hospital de Sant Joan de Deu, donde la enfermera Matilde, lleva un trajín escandaloso, estos días, por aquello de que nadie se quede sin juguetes, o sea el repartir cacharros a todos los niños de la planta por festividad y tradición, tan emocional en estas fechas.
Preguntándoles a todos los niños que se recuperan de sus dolencias. Si ya habían escrito la carta para que en la noche del cinco al seis de enero les visiten los Magos.
Todos han contestado afirmativamente y con gran ilusión esperan, primero curarse y además que ese día amanezca pleno de felicidad por tanto regalo llegado de quien sabe dónde.
Los tres residentes en el Cosmos Indeleble, Albino, Rubio y Moreno, viendo toda esta ilusión, y mucha más que se queda en el tintero, por tantos niños, tantas ilusiones y tantas penas que limar; deciden bajar ellos mismos a ayudar a muchas de las personas buenas que hacen el bien sin recibir nada a cambio y llevar ellos mismos en plan privado unos miles y miles de ofrendas.
… y bajaron, y descendieron de sus naves estupendas, y dejaron a todos los abuelos de todas las residencias del mundo, un día sin penas ni dolor, que les pareció tan dulce como el mazapán.
 A todos los niños y mayores enfermos, del planeta tierra, hubiesen o no escrito su carta, les regalaron salud para seguir adelante, con sus juegos, sus estudios y sus ilusiones a los primeros y con esperanza, ilusión y mejor vigor a los segundos.
Pasando un día tan maravilloso, que se reflejó en los anales de la historia y que fue tan sonado aquel día, que pasarán generaciones y seguirán hablando del milagro.
A todas las personas que padecen por un motivo u otro, les regalaron en un santiamén, esa serenidad necesaria que, es la llave, para comenzar a pensar en positivo y llevar la carga que todos transportamos de una manera u otra, con más ligereza, más comprensión y resignación.
  … y a mí, queridos amigos, me dejaron un poco de imaginación para que os pueda brindar desde aquí, todo mi cariño y mi respeto.
 Enviando mi abrazo a todos y especialmente a ti que estás frente a mí; leyendo esta ilusión. Te remito un caluroso abrazo con todos mis parabienes, y cuando los recibas, ni siquiera tengas la intuición que viene de mi parte.
Siendo una constante en este período del 2017
 Amen.



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