Aquella tarde había estado en casa de su hijo, acabando de
situar definitivamente unos cuadros al óleo, que tenía bien preservados
esperando ser instalados en una de las estancias de su vivienda. Una sensación
extraña le recorrió el cuerpo, mientras que, evitaba perder el equilibrio, por
la sensación recibida, al acceder al tercer peldaño de la escalera de aluminio.
A punto de caer.
Forzando en forma expresiva y sin pretenderlo, una teatralidad
inesperada, a la vez que se agarraba con una mano al pasante de la gradilla metálica,
para no dar con su cuerpo en el suelo. Dejó la taladradora sobre el reposadero
de la escala y aguantó el estremecimiento, no dando importancia al hecho. _ ((Pensando de buenas a primeras, que alguien le estaba
nombrando y no era casualidad, ya que ese mismo ímpetu, lo llevaba notando
desde hacía unos días)) _ Se repuso no sin
tener que dar explicaciones a su cerebro de lo que estaba pasando. Nada normal
en él, que todo lo tenía siempre más que medido y justificado.
Los paisajes que mostraban aquellas pinturas, trazaban un
misterioso suceso, que se daba en la propia ciudad de Barcelona, sin llegar a
significar claramente mensaje alguno, ni época exacta. Ni justificar, ni
augurar el significado real, ni la correspondencia con la extraña agitación
asosegada que había notado tan solo hacía unos instantes.
_ ¿Te ocurre algo? Edwin _
se preocupó Eliana, su acompañante, que le aguantaba aquella frágil escalinata.
_ ¡Nada, espero que no sea nada! Acaba de zarandearme una
sensación extraña, como si alguien, me estuviera buscando, desde el mas allá, o
no se ¡qué pensar!, porque es la segunda vez que me ocurre, desde el día de
Reyes.
_ Oye, no me asustes_, dijo encolerizada la mujer_, te las
pintas solo, para jugar con esas cosas, que sabes me dan yuyo.
_ No seas irascible, tú me has preguntado qué es lo que me pasa,
y yo, te respondo solícito a la pregunta, por si a ti; se te ocurre, alguna
explicación que sea creíble a todo esto.
_ Excúsame Edwin_ dijo Eliana_, acabo de verte encima de esos
peldaños, escaso de equilibrio y mostrando un titubeo nada calmoso,
sonrojándose tu cara, apagándose tu estrella, como si de una momia se tratara.
¡Pues tengo que preguntar qué es lo que te pasa! No sea algo grave y lleguemos tarde, caso de
tener que solucionarlo.
_ En fin, no le demos más importancia_, acotó apesadumbrado_, no
puedo dar más explicaciones comentó Edwin_ desconozco ese trance, no me había
pasado jamás que yo recuerde. Igual es una sensación infundada, sin relación
con nada que nos tenga que preocupar.
El tercer cuadro, quedó perfectamente alineado con los marcos de
las puertas de aquella estancia, y hasta parecía jugar lo que se veía en
perspectiva.
Una calle del casco antiguo de alguno de los barrios de una
población, sin determinar, donde se reflejaban las sombras en los trazos, de
las ventanas cegadas y las macetas con flores mustias, denotando una falta de
actividad, o vejez de sus moradores, por la plástica que el autor, había
querido reflejar en el paisaje.
El segundo retrato, que yacía en la pared del otro frontal. El
que encantaba a Eliana, por su insistencia persuasiva al mirarlo. Imaginaba una
mujer solitaria, que infeliz trataba de ver la vida en solitario por una
ventana que mostraba el rugir del mundo exterior, sin posibilidad de poder
alcanzarlo.
_ Te encanta, ese retrato, ¿verdad? ¿A quién se te representa? _
preguntó insistente Edwin queriendo ver una similitud en una conocida.
_ No lo sé _ dijo Eliana _, pero me atrae esa mirada. No puedo
dejar de observarla, es como si la conociese, y ahora mismo no caigo en quien
puede ser. Sin embargo, se me representa a Irene, que por cierto hace días no
sabemos nada de su vida. Además, es como ella, doliente, con mirada penetrante,
como si tratase de enviarme un mensaje, indescifrable. Si no es de ella; es de
alguien que conozco, y no puedo precisar.
El tiempo de aquella tarde había cabalgado hacia la nocturnidad,
y aquella pareja, volvía a su casa, tras haber pasado la jornada, en el
domicilio de su hijo, aprovechando para dejar expedita, la decoración en el
salón, que este había solicitado a su padre.
El mes de febrero, comenzaba y los días eran breves y perrunos.
Muy desangelados y costosos, por el frío y el desconsuelo que da la falta de
luz en los días “cortos del famoso febrerito el loco”
La calefacción estaba a pleno rendimiento, por las escasas
temperaturas que se estaban registrando. Todas las cordilleras de la península
blancas, debido a una ola de frío y nieve, que azotaba el país, sin dejar que
los cuerpos entraran en calor, a no ser que, por procedimientos conocidos, pudieran
quedar satisfechos.
La cena, había estado sápida, exigua y aquel consomé de
calabacines con zanahorias, tan caliente y apetitoso había obrado maravillas en
el cuerpo de Edwin, poco antes de agriarse, por la llamada inesperada que iba a
recibir.
Acomodados en el sofá, con el semblante somnoliento, entornándose
a cada poco los ojos, por aquel sueño impertinente, que les sometía después de
cada cena, esperaban confiados.
Sin dejarles ver, ni siquiera enterarse realmente de la
finalización de las noticias del programa informativo de televisión, por las
constantes sacudidas de su apnea.
Al pronto, aquella ensoñación se cortó de cuajo, el teléfono
sonaba insistente, y ya no eran horas normales para una conversación habitual
entre familia o amigos, con lo que Edwin alterado, recordó de manera
fulminante, la agitación sufrida aquella tarde encima de la escalera.
El dispensador de llamada del teléfono automático, mostraba un
numero oculto, con lo que aún creció más la incertidumbre en los pocos segundos,
que tardó en levantar el aparato y preguntar quién era.
Al otro extremo del hilo, sonó una voz grave de mujer que, trataba
de presentarse de forma directa y sin ambages.
_ Buenas noches, soy la comandante Esmirna Custó, jefa de la comisaría
de los Mossos, en el distrito de Gracia y pregunto por Edwin Morente. ¿Es
usted?
_ ¡Si yo mismo! Que es lo que ocurre, a estas horas nada bueno y
urgente, imagino.
_ Es usted familiar de Irene Delapeire
_ ¡Sí lo soy!
_ ¡Atienda y le explico!, siempre que usted, esté en condiciones
de salud, para poder recibir una noticia poco grata.
_ ¡Qué ha ocurrido! ¡Hable pronto!
_ La hemos encontrado cadáver, después de varias semanas difunta
en su domicilio del Barrio de Gracia, en condiciones poco agradables.
_ Como ha muerto, y de que, porque ustedes sabrán algo más_
preguntó alterado.
_ El forense ha abierto un procedimiento, aunque no se descarta
tampoco su muerte natural, sin más. Por lo que se han abierto más diligencias
paralelas para su esclarecimiento_. Aportó la comandante_ El resto como
comprenderá, no le puedo informar, ya que está bajo el secreto profesional
correspondiente y además por teléfono, tampoco es lo más adecuado. Por ello el
primer paso ha sido averiguar y encontrar a los familiares.
_ Como tardan tanto un cuerpo de élite como el suyo, en resolver
estas cuestiones tan gravosas y dar la noticia a sus afligidos, así de fácil_
siguió argumentando_. Si me dice que, Irene lleva semanas sin vida en su
residencia como; una referencia de tal calibre, ustedes la suministran a bote
pronto.
_ ¡Escúcheme Edwin, por favor!, los detalles personales, se dan
en la propia comisaria, o les visitan nuestros agentes en su domicilio. Sin
embargo, como se ha dado el caso, que la hermana de la difunta. Una tal
Clemencia Delapeire, domiciliada en la misma ciudad, no ha querido saber nada
de ella, ni atender a sus primeras necesidades. Por motivos, personales que
ella aduce_ siguió la comandante de puesto, informando a Edwin_, de falta de
conexión y de trato.
Recurrimos tras su indicación al familiar más allegado y persona
que esta señora la tal Clemencia, nos dio, como posible albacea de los trámites
y gastos de la defunción de la interfecta Irene_. Hizo una pausa, Esmirna
Custó, para proseguir añadiendo datos impensables e inaceptables para Edwin. Dirigiéndonos
a un tal Anyelo, que tampoco quiso estar a la mira, ni interesarse lo más
mínimo por esta mujer fallecida, que necesita de alguien a poder ser familia,
que le diera sepultura y se hiciera cargo de todo lo que conlleva esta
situación.
Alegando en su excusa, el familiar Anyelo_ siguió argumentando
la policía_. No tener relación con la difunta Irene, ni trato familiar desde
hacía más de veinte años y que no quería saber absolutamente nada de ella, ni
que le provocara molestias_ La agente de los Mossos, hizo una pausa, para continuar
dando datos.
_ Brindando este caballero, el citado Anyelo Morente, su
dirección y número de teléfono, que corresponde con sus credenciales
personales.
Por lo que y en vista, que nadie se quiere hacer cargo de éste
trámite, y antes de enviar a nadie a su domicilio, por aquello de la pérdida de
tiempo en nuestra comisaria, le solicitamos a Ud., por la vía más rápida, si ha
de hacerse responsable de lo que acabo de comunicarle.
De ser efectivo, y aceptar el compromiso de dar sepelio a la
difunta. Sea usted Edwin, el que siga con las diligencias.
Caso contrario, el no aceptar estos requisitos por su parte; con
la excusa que usted alegue, proceder desde nuestra comisión directamente, a dar
oficio al expediente y enviar el cuerpo de la occisa Irene Delapeire, a la fosa
común. Para que sean en su defecto, los servicios sociales de la Beneficencia,
los que lleven a cabo gastos de enterramiento, y demás oficios, para que
descanse en una de las cárcavas comunes y generales del cementerio de la
ciudad, sin identificación ni datos de la defunción.
_ ¿Cómo la han hallado?, ¿cuantos días estuvo sin atención, una
vez fallecida? _ inquirió Edwin, bastante más calmado, dando tiempo a pensar en
que solución adoptaba
_ Creemos, según consta en el oficio abierto_, dijo Esmirna_ con
datos del propio forense, que aproximadamente unos cuarenta y muchos días_.
Haciendo una pausa propuso_ pero, de eso ya hablaremos llegado su momento.
Nos dio aviso un amigo de la víctima, por la causa, de no verla
en días, ni asistir al centro de deportes, ausentarse de las reuniones con los
amigos. Eso le alertó y fue el susodicho, quien denunció su desaparición.
_ Donde he de dirigirme para solucionar estos trámites de Irene_
asintió Edwin con tristeza y de forma implícita tomar su inexcusable
responsabilidad_. Pásese usted mañana, por nuestra comisaria que le atenderemos,
formalizando los trámites necesarios y le indicaremos a la mortuoria donde debe
dirigirse para que reconozca el cadáver y recoger los restos de la finada.
Una vez finalizando el cruel proceso de la información Esmirna
asentó _ ¡Buenas noches Edwin! Siento haber tenido que dar esta noticia en la
forma que se ha sucedido.
La comunicación quedó cortada y Edwin recordó el cuadro, que
miraba insistentemente Eliana, al principio de la tarde, que le estaba
ofreciendo un preámbulo adelantado de lo que iba a suceder horas más tarde y el
escalofrío que mantuvo subido en el tercer escalón mientras trataba de perforar
la pared para insertar el taco que sujetara aquellos cuadros pintados al óleo,
de la casa de su hijo.
_ Edwin he oído parte de la conversación _ dijo Eliana, con un
llanto y tristeza controlado. Irene, ¿verdad?
_ ¡Sí! Lo más crudo, es que ha estado muerta más de cuarenta
días encima de la colcha de su cama, sin que nadie la atendiera.
Recuerdas_, volvió a mencionar Edwin_, el último día que
hablamos con ella. Poco antes de fin de año.
_ ¡Claro, que lo recuerdo! Le dijimos que se viniera para las
fiestas, y declinó la invitación. Era muy independiente, pero algún detalle de importancia,
no nos contó, que la ha llevado a la tumba ¡qué pena me da! _ secándose el
llanto exponía Eliana muy compungida y afectada.
_ Parece como si fuera ahora mismo, que le dije que la llamaba
para el doce de enero, en su cumpleaños. Fue la última conversación, quien me
iba a decir que ya no habría otra.
_ Es cierto_ dijo Eliana, entre llantos_, lo recuerdo, con la
gracia que lo decía, por eso cuando insistíamos con las llamadas una y otra
vez, quedaban registradas en el contestador, no teníamos respuesta.
_ Ya debería estar muerta, mucho antes de Reyes_ decía Edwin_, perfilando
los detalles con Eliana_ Ahora me explico su silencio. ¡Estaba muerta!
Moriría en la soledad más angustiosa y no sabemos si puede haber
sido por asesinato, los especialistas aún no lo han demostrado.
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