domingo, 13 de marzo de 2016

Proporción de sexo

Viene del capítulo anterior:
El wáter cósmico: El sexo de Cándido brutal


Proporción de sexo:

Política y mujer feminista, no demasiado guapa, pero sí muy interesante; nacida en la mismísima Nicaragua, morena y de estupenda figura, tan agradable como avispada, tan educada como para engatusar a quien fuese; por un trueque interesante de votos favorables para que la situaran más y mejor.

Natalio Rupérez, no quiso separarse de la interesante alcaldesa asamblearia,  y la acompañaba en todos sus movimientos, sin dejar de ser agradable y de ir proponiendo a ella y a su partido, los beneficios que les reportaría aquel invento y todo lo que de ello derivaría. Explicó detenidamente a Daysi, las excelencias de los equipos y le demostró claramente la franca salida en el mercado, desde su perspectiva, como jefe de distribución del producto en España y como no, regalándole a ella y a su familia un completo kit del wáter cósmico, con instalación incluida para sus aposentos. Accesorios que disfrutaría la alcaldesa, antes incluso que sus propios votantes.

El caballero educado, el ejecutivo de la Schissen, volvió a practicar la prevaricación, ante una dama poderosa del país, en el que pretendía hacer negocios por la calidad y cantidad de oportunidades vistas en los días que llevaban en aquel territorio divino.

Daysi tampoco le hacía ascos a su compañía y se dejaba cortejar por el español maduro y sabelotodo. Ella, en su afán político pretendía del amigo directivo y afincado en España, precisamente en Zaragoza, un completo viaje a tierras mañas, con la excusa de los negocios y de poder visitar la Basílica del Pilar, a la que ella y su familia les encantaría.

Aprovechando las tendencias del caballero en cautivar a señoras importantes, más bien enteras, le propuso Daysi, sin demasiado juego erótico, que la invitara no a tardar demasiado y disfrutara debidamente de las lisonjas de una acaramelada mujer Nica y de todo su sexo viable.
Detalles que a Nicasio Rupérez, le podrían beneficiar en su negocio, y que de ser factibles incluso en su placer personal, ya que el modo de presentarse las cosas le regalaba el capricho que llevaba implícito en su impronta y en su ADN.

Los responsables de la promoción de Schissen Lecker,  además de los retretes cósmicos que habían dispuesto en el escenario para la magna presentación al publico de Managua, también y a su vez habían preparado de unos servicios del Wáter Cósmico para uso de los que quisieran pasar por ellos o para aquellos que necesitasen aliviarse.

No habría mejor manera de probarlos que al momento y sin ninguna necesidad de compromiso. Por lo que una batería amplia de excusados cósmicos estaban al abasto de aquellos que quisieran, con bastante éxito a tenor por el uso y probatura a que estaban sometiéndolos.

El tercer y último acto de la programación estaba dispuesta. El escenario había girado de nuevo situándose el último tercio frente a la platea principal de cara al respetable que aguantaba más o menos estoico, haciendo comentarios entre los acompañantes. Todos ellos llenos de su proporción de sexo, que es a lo que llevaban las imágenes de la escena, y muchos de ellos sin poder levantarse de sus localidades por qué no se vieran las prominencias de según qué pantalones, a punto de reventar por tanta imaginación contenida y esparcidas en las tarimas del tablado
Entre los que había estado hasta hacia poco,  Jürgen Otto, que buscaba un traguito enérgico y contundente, o algo que fuera más fuertecillo que la chicha levadura de la Toña, la popular cerveza Nicaragüense que suministraban en los salones del Gallo más Gallo. Con lo que buscando con afán, se había metido entre chasises y llegado a los camerinos, recalando en la suite de la señorita María Cinta de los Cielos Urdastín, la graciosa actriz más conocida por Cinta Vergaray, la que esperaba en su camerino, a medio vestir y tomando unos traguitos de ginebra a palo seco que mezclaba con poleo menta, haciendo saltar las chispas de los humores más violentos del mundo.

Al penetrar en aquel camerino Cinta, que conocía por referencias a Jürgen, le paró los pies, sin hacer gesto por taparse las dos tetas que lucía al aire ambiente y este le hizo un gesto como no queriendo mirar, solo pretendía beber algo

_ Tío que haces tú metido en este coyuyo, por aquí no hay nazis, que detener, solo estoy yo y a punto de salir a escena, por lo que te pido te pires de inmediato.
_ No te asustes, yo solo quiero un traguito de algo que no sea Toña, tu no tendrás una botella guardada de pisco, o de agua hirviente, ¿qué me haga aguantar hasta que esta mamarrachada se acabe?

_ Anda toma un tiento de esto, pero deja unos dólares ahí encima, que esto vale pasta y yo no quiero mantener a ningún capitán de la gran guerra europea. Bastante tengo con lo mío_ acabó diciendo Cinta y recogiendo el puñado de dólares que el amigo teutón le había dejado sobre el vestido, a cambio de la ginebra inglesa, que tragó sin más.

Jürgen salió del cuchitril, dejando a Cinta, que se vistiera para su inminente reclamo en el escenario, cuando se tropezó con el regidor que le anunciaba _cinco minutos para la presencia en el tablado.

Ella se vistió sin prisa, ajustando en su encaje tridimensional, unas braguitas de encaje de blonda totalmente transparentes, y unas medias que le llegaban hasta el último centímetro de sus muslos carnosos, casi tocando a las ingles, para instalar en sus pies, unos escarpines de charol y ponerse por encima un vestido acanalado y ceñido en color negro que le cerraba tras la espalda con una larga cremallera desde el testuz, su cuello trasero hasta el comienzo de su carnoso culito y final de su espalda estrecha.

La música se escuchaba en el tablao y ya salía Cinta, por los pasillos angostos algo chispadilla, de los tragos de poleo con Gin, que se había atizado, sin embargo podía con aquello, y con las consecuencias.
Apareció en un lateral del escenario, esperando la indicación de Manuel, para salir a escena, que ya la presentaba después de haber indicado la opción tres de las tantas posibles combinaciones como tenía aquel retrete moderno, que más que un palo, comenzaba a ser una bendición el tener que ir a dialogar al despacho del _señor Schissen_  Defecar y orinar, desinfección y profilaxis.
Manuel presentó a la vedette, antes que apareciera.

Gratamente definiendo su clase, dando nota de sus cualidades como humorista y como modelo de anuncios seductores, amén de su larga experiencia en series de televisión en las diferentes cadenas y alguna película americana en las que había participado.

Haciendo un giño ella,  apareció y el respetable le aplaudió, ya mirándola desde los pies a la cabeza, porque había surgido al entarimado con un vestido que para hacer lo tenía encomendado;  trabajo, sudor  y arte debería poner para conseguir fuera sensual y llamativo.

Una melodía suave y sofisticada se escuchaba, mientras ella levantaba las piernas hasta la altura de la cabeza, como dando preámbulo a lo que iba a llegar, unos pasos de un baile cadencioso, la llevaba desde un vértice a la arista frontal, haciendo que todos pudieran verla, pudieran observar su talle, sus piernas, sus medidas y su maravillosa forma de poner en salsa a tanto tío normal, y depravado y a tantas señoras críticas con sus semejantes.

Al pronto, se inclinó hacia adelante, abriéndose su atuendo, y dejó entrever las bragas transparentes y claras que se había colocado, al marcarse con las palmas de las manos toda la culera y delantera baja, aquellas mini calzas, que no las iba a desterrar sin antes quitarse el vestido tramposo de tubo entallado que llevaba completamente ajustado en el cuerpo y que se abría al mundo de manera fácil por dos lugares. Dependiendo la parte del cuerpo que quisiera mostrar. Comenzó un baile de festejo, meneando sus caderas de forma gimnastica sensual, pero a la vez de la fuerza bruta con que tiraba hacia dentro y fuera, podía poner a más de uno de los nervios, tan solo que dejara ir la imaginación. La música que le acompañaba, propicia para desnudarse frente a gentes expectantes. Si resonaba sutil se deslizaba blanda, si el tono musical era más agudo, ella se volvía gata en celo, ramera permisiva y ayudaba al desquiciando por sobresalto de cuantos cisnes imaginativos engrosaran aquel baile lascivo y coqueto.

Su brazo se movió como un accesorio hacia atrás, tomando el anillo de la cremallera, para ir descendiendo poco a poco, por la espalda hasta llevarla a la frontera del espinazo con las nalgas. Dejando una vez suelto la pechera del vestido negro, caer el peto hacia adelante publicando a las bravas, dos tetas tamaño "camuama" , dos pechos más floridos que los de la legión femenina de tetas para mamar. Cubiertos por unos sujetadores de la misma guisa que los taparrabos.


Ondas de sottovoce en las gradas de espasmo y de censura, los habían que pensaban que siga hasta el final y se cague delante nuestro y otros ya comenzaban a encontrar aquel teatro algo grotesco, cuando aún no había visto nada.






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