Viene del capítulo anterior:
El wáter cósmico: El sexo de Cándido brutal
Proporción de sexo:
El wáter cósmico: El sexo de Cándido brutal
Proporción de sexo:
Política
y mujer feminista, no demasiado guapa, pero sí muy interesante; nacida en la
mismísima Nicaragua, morena y de estupenda figura, tan agradable como avispada,
tan educada como para engatusar a quien fuese; por un trueque interesante de
votos favorables para que la situaran más y mejor.
Natalio
Rupérez, no quiso separarse de la interesante alcaldesa asamblearia, y la acompañaba en todos sus movimientos, sin
dejar de ser agradable y de ir proponiendo a ella y a su partido, los
beneficios que les reportaría aquel invento y todo lo que de ello derivaría.
Explicó detenidamente a Daysi, las excelencias de los equipos y le demostró
claramente la franca salida en el mercado, desde su perspectiva, como jefe de
distribución del producto en España y como no, regalándole a ella y a su
familia un completo kit del wáter cósmico, con instalación incluida para sus
aposentos. Accesorios que disfrutaría la alcaldesa, antes incluso que sus
propios votantes.
El
caballero educado, el ejecutivo de la Schissen, volvió a practicar la
prevaricación, ante una dama poderosa del país, en el que pretendía hacer
negocios por la calidad y cantidad de oportunidades vistas en los días que
llevaban en aquel territorio divino.
Daysi
tampoco le hacía ascos a su compañía y se dejaba cortejar por el español maduro
y sabelotodo. Ella, en su afán político pretendía del amigo directivo y
afincado en España, precisamente en Zaragoza, un completo viaje a tierras
mañas, con la excusa de los negocios y de poder visitar la Basílica del Pilar,
a la que ella y su familia les encantaría.
Aprovechando
las tendencias del caballero en cautivar a señoras importantes, más bien
enteras, le propuso Daysi, sin demasiado juego erótico, que la invitara no a
tardar demasiado y disfrutara debidamente de las lisonjas de una acaramelada
mujer Nica y de todo su sexo viable.
Detalles
que a Nicasio Rupérez, le podrían beneficiar en su negocio, y que de ser
factibles incluso en su placer personal, ya que el modo de presentarse las cosas
le regalaba el capricho que llevaba implícito en su impronta y en su ADN.
Los
responsables de la promoción de Schissen Lecker, además de los retretes cósmicos que habían
dispuesto en el escenario para la magna presentación al publico de Managua, también
y a su vez habían preparado de unos servicios del Wáter Cósmico para uso de los
que quisieran pasar por ellos o para aquellos que necesitasen aliviarse.
No
habría mejor manera de probarlos que al momento y sin ninguna necesidad de
compromiso. Por lo que una batería amplia de excusados cósmicos estaban al
abasto de aquellos que quisieran, con bastante éxito a tenor por el uso y
probatura a que estaban sometiéndolos.
El
tercer y último acto de la programación estaba dispuesta. El escenario había
girado de nuevo situándose el último tercio frente a la platea principal de
cara al respetable que aguantaba más o menos estoico, haciendo comentarios
entre los acompañantes. Todos ellos llenos de su proporción de sexo, que es a
lo que llevaban las imágenes de la escena, y muchos de ellos sin poder
levantarse de sus localidades por qué no se vieran las prominencias de según qué
pantalones, a punto de reventar por tanta imaginación contenida y esparcidas en
las tarimas del tablado
Entre
los que había estado hasta hacia poco, Jürgen
Otto, que buscaba un traguito enérgico y contundente, o algo que fuera más
fuertecillo que la chicha levadura de la Toña, la popular cerveza Nicaragüense
que suministraban en los salones del Gallo más Gallo. Con lo que buscando con
afán, se había metido entre chasises y llegado a los camerinos, recalando en la
suite de la señorita María Cinta de los Cielos Urdastín, la graciosa actriz más
conocida por Cinta Vergaray, la que esperaba en su camerino, a medio vestir y
tomando unos traguitos de ginebra a palo seco que mezclaba con poleo menta,
haciendo saltar las chispas de los humores más violentos del mundo.
Al
penetrar en aquel camerino Cinta, que conocía por referencias a Jürgen, le paró
los pies, sin hacer gesto por taparse las dos tetas que lucía al aire ambiente
y este le hizo un gesto como no queriendo mirar, solo pretendía beber algo
_
Tío que haces tú metido en este coyuyo, por aquí no hay nazis, que detener,
solo estoy yo y a punto de salir a escena, por lo que te pido te pires de inmediato.
_
No te asustes, yo solo quiero un traguito de algo que no sea Toña, tu no
tendrás una botella guardada de pisco, o de agua hirviente, ¿qué me haga
aguantar hasta que esta mamarrachada se acabe?
_
Anda toma un tiento de esto, pero deja unos dólares ahí encima, que esto vale
pasta y yo no quiero mantener a ningún capitán de la gran guerra europea.
Bastante tengo con lo mío_ acabó diciendo Cinta y recogiendo el puñado de
dólares que el amigo teutón le había dejado sobre el vestido, a cambio de la ginebra
inglesa, que tragó sin más.
Jürgen
salió del cuchitril, dejando a Cinta, que se vistiera para su inminente reclamo
en el escenario, cuando se tropezó con el regidor que le anunciaba _cinco
minutos para la presencia en el tablado.
Ella
se vistió sin prisa, ajustando en su encaje tridimensional, unas braguitas de
encaje de blonda totalmente transparentes, y unas medias que le llegaban hasta
el último centímetro de sus muslos carnosos, casi tocando a las ingles, para
instalar en sus pies, unos escarpines de charol y ponerse por encima un vestido
acanalado y ceñido en color negro que le cerraba tras la espalda con una larga
cremallera desde el testuz, su cuello trasero hasta el comienzo de su carnoso
culito y final de su espalda estrecha.
La
música se escuchaba en el tablao y ya salía Cinta, por los pasillos angostos
algo chispadilla, de los tragos de poleo con Gin, que se había atizado, sin
embargo podía con aquello, y con las consecuencias.
Apareció
en un lateral del escenario, esperando la indicación de Manuel, para salir a
escena, que ya la presentaba después de haber indicado la opción tres de las
tantas posibles combinaciones como tenía aquel retrete moderno, que más que un
palo, comenzaba a ser una bendición el tener que ir a dialogar al despacho del
_señor Schissen_ Defecar y orinar,
desinfección y profilaxis.
Manuel
presentó a la vedette, antes que apareciera.
Gratamente
definiendo su clase, dando nota de sus cualidades como humorista y como modelo
de anuncios seductores, amén de su larga experiencia en series de televisión en
las diferentes cadenas y alguna película americana en las que había
participado.
Haciendo
un giño ella, apareció y el respetable
le aplaudió, ya mirándola desde los pies a la cabeza, porque había surgido al
entarimado con un vestido que para hacer lo tenía encomendado; trabajo, sudor y arte debería poner para conseguir fuera
sensual y llamativo.
Una
melodía suave y sofisticada se escuchaba, mientras ella levantaba las piernas
hasta la altura de la cabeza, como dando preámbulo a lo que iba a llegar, unos
pasos de un baile cadencioso, la llevaba desde un vértice a la arista frontal,
haciendo que todos pudieran verla, pudieran observar su talle, sus piernas, sus
medidas y su maravillosa forma de poner en salsa a tanto tío normal, y
depravado y a tantas señoras críticas con sus semejantes.
Al
pronto, se inclinó hacia adelante, abriéndose su atuendo, y dejó entrever las
bragas transparentes y claras que se había colocado, al marcarse con las palmas
de las manos toda la culera y delantera baja, aquellas mini calzas, que no las
iba a desterrar sin antes quitarse el vestido tramposo de tubo entallado que
llevaba completamente ajustado en el cuerpo y que se abría al mundo de manera
fácil por dos lugares. Dependiendo la parte del cuerpo que quisiera mostrar.
Comenzó un baile de festejo, meneando sus caderas de forma gimnastica sensual,
pero a la vez de la fuerza bruta con que tiraba hacia dentro y fuera, podía
poner a más de uno de los nervios, tan solo que dejara ir la imaginación. La
música que le acompañaba, propicia para desnudarse frente a gentes expectantes.
Si resonaba sutil se deslizaba blanda, si el tono musical era más agudo, ella
se volvía gata en celo, ramera permisiva y ayudaba al desquiciando por
sobresalto de cuantos cisnes imaginativos engrosaran aquel baile lascivo y
coqueto.
Su
brazo se movió como un accesorio hacia atrás, tomando el anillo de la
cremallera, para ir descendiendo poco a poco, por la espalda hasta llevarla a
la frontera del espinazo con las nalgas. Dejando una vez suelto la pechera del
vestido negro, caer el peto hacia adelante publicando a las bravas, dos tetas
tamaño "camuama" , dos pechos más floridos que los de la legión
femenina de tetas para mamar. Cubiertos por unos sujetadores de la misma guisa
que los taparrabos.
Ondas
de sottovoce en las gradas de espasmo y de censura, los habían que pensaban que
siga hasta el final y se cague delante nuestro y otros ya comenzaban a
encontrar aquel teatro algo grotesco, cuando aún no había visto nada.
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