Había prendido en aquel autobús de la línea regular, el que recorría el
pueblo en circunvalación discrecional, un vehículo no demasiado grande, que
hacia su servicio para todo aquel que necesitara desplazamientos dentro de la
ciudad.
Al entrar alojó su ticket dentro del picador de billetes automáticos
para validar el viaje y observo donde podía sentarse, dentro de la oferta de
plazas libres que dispuestas esperaban en aquel microbús.
Fue a ocupar precisamente aquella vacante entre la puerta de salida y
el culo del vehículo, tomó posesión de lugar justo al lado de la ventana y se
sentó frente a una señora seductora y atractiva, muy despejada que nadie había
visto montar al autocar ni validar su boleto.
Con un color de cabello muy poco visto, pero a la vez, con un brillo natural profundo y una limpieza
extraordinaria.
Atracción definitiva exigía aquella mujer. Un encanto de aquellos
penetrantes, que apenas podías apartar la visual, de la presencia de la joven,
por el instinto obligado del cerebro a repetir y volver a echar ojeada con la
mirada al envoltorio plateado y reflectante que dibujaba el todo, de aquella
fémina.
La dama era más bien hermosa y la sonrisa permanente que le decoraba su
rosada piel, permitía mirar a hurtadillas sin que ella hubiese dado el permiso
para que una y otra vez el examen de Jairo tropezara con su perfil lumínico.
Al poco de arrancar el bus y continuar recorriendo las calles,
recogiendo y dejando pasaje; la mujer le
dijo sin cortapisas _ Jairo puedes
mirarme sin que te ruborices, a fin de cuentas me ibas buscando.
Jairo, en un principio, creyó que aquellas palabras no iban dirigidas a
él, a pesar de haber escuchado claramente su nombre y no siendo demasiados
los bautizados con ese patronímico.
El caballero volvió la cabeza, para cerciorarse de lo que intuía. Sin
ver que nadie fuese en el pasillo del ómnibus para con seguridad y certeza
mandar a la señora un mensaje_: ¿Se dirigía usted, con su comentario a mi
persona?
_ ¡Sí! Claro, aquí no hay nadie más que le llamen Jairo, es más en esta
localidad contados con los dedos de una mano, los convocados como tú. Es un
nombre poco frecuente en esta zona.
La señora dejo de hablar notando y sabiendo la exclamación exagerada
que iba a soltar el vecino de viaje, el acreditado Jairo.
_ ¡Como sabe usted que me llamo así!
¡Porqué afirma que la estoy mirando de forma continuada y que al mismo
tiempo asevera con tanta bola; que la ando buscando sin yo saberlo. ¿Con que
derecho se dirige usted hacia a mí en ese tono y que pelotas le da derecho a
hacerlo?
Aquella guapa señora, sonrió fácil sin enfados y se limitó a seguir con
su distinguida charla, comunicándole su recado.
_ Jairo son muchas preguntas al mismo tiempo, ¿no crees?, párate a
pensar un poco y verás que no voy desencaminada, que has tomado la línea L73,
sin saber ni donde ni por donde, ni hacia dónde vas.
De hecho has salido de la cafetería donde te has tomado un café
cargado, con dos gotas de Armañac y de hecho ibas hacia tu domicilio, que justo
está en sentido contrario al que vamos.
El hombre, se contuvo en su estado de frenesí y miró alrededor de su
cuerpo, viendo que justo estaba haciendo un viaje a ninguna parte, que no tenía
por qué haber tomado la línea del servicio público aquella, que de hecho
hubiera debido tomar camino hacia el transporte ferroviario de cercanías para
llegar a su domicilio habitual.
Fijó su mirada ahora descarada en aquella mujer, que ya no le parecía
tan hermosa y ésta; que esperaba una reacción inusual por parte de Jairo, le sonreía de forma sublime. Haciendo tiempo
y turno para seguir exponiendo sin titubeos.
_ Nadie sabe que me busca, o
mejor dicho, que yo os encuentro a todos en el momento preciso. Si no es ahora,
será después; si no es mañana será cuando tengas destinado, pero lo que puedo
asegurarte sin errores es que; en pocas
fechas has tenido unas pesadumbres fuertes. Has perdido a tu madre y eso duele.
Aunque la enfermedad iba dando muestras y la debilitaba, no había mas
salida y fue su final.
El que a ella le convino y cuando decidió y agotó su pétalo de
trayecto. Así le llamamos nosotros al viaje de:
irás pero no volverás.
La dama continuó en el uso de la palabra mientras Jairo, no daba
crédito a lo que escuchaba y veía_
Deseos suyos_ dijo la mujer_ en los que yo poco he podido hacer, porque
era su hora, y a pesar de no tener billete comprado para principio de año, se
lo pudimos dispensar.
_ ¡Oiga señora, pero usted quien coño es! Yo no lo he dado vela en este entierro como
se suele decir, para que usted me salga con esas pamplinas suyas. No tengo idea
de quien pueda ser, ni quien le haya informado, pero sus palabras me molestan
mucho y no quisiera tener que aguantar más su broma.
_Nada de bromas Jairo. Ni son gazmoñerías, me llaman los amigos
"Mortis o en español Defun" un diminutivo de Defunción y ahora estoy
in Corpore Presente, hecha figura en la carne que vosotros conocéis y además
muy atrayente para que a ti precisamente se te fuesen los ojos tras de mí y a
pesar de tu pena_ que la tienes_ te fijaras con atención a lo que voy a decirte
sobre: la Exitus letalis de tu madre.
Me ha enviado a recordarte un mensaje, que no debes olvidar y
aprovechando que he venido a transportar a un abonado, me acerqué a ti.
Provoqué tu persecución hacia mí y conseguí que me alcanzaras en la línea de la
L73 para decirte su mensaje_ la señora Mortis, pronunció sus palabras sin
titubeos_ dejando boquiabierto al ínclito Jairo, que escuchaba aquellas
palabras en latín, que no fue difícil entender.
_ Recordari oportet, quod incinerarme_ Ese es el recado de su madre. Yo
me apeo en la próxima parada, en la confluencia de Avenida Vida Feliz, con
esquina de Rigor Vitali. ¡Gracias y nos veremos, cuando le toque!
0 comentarios:
Publicar un comentario