jueves, 17 de septiembre de 2015

Lamiendo sus cuajadas

Nueva entrega: viene del capítulo anterior.


_ No te sientas presionado _ dijo Malena_, en esta familia somos así, asustamos al primero que llega con nuestros argumentos sin sentido y luego, verdaderamente florecemos como los demás, tan vulgares y tan raros como la mayoría de los millonarios poco humanos y menos generosos.

Espero conocerte de verdad, tratarte en profundidad. No como en estos últimos tiempos, que me ha presentado mi sobrina a más pretendientes de lo que imaginas y con ninguno ha llegado a buen puerto. Unos porque no eran; otros porque les sobraba, o les faltaba, en fin suerte y que seas feliz.

Malena se le acercó y le soltó dos besos auténticos, y un apretón en el antebrazo significando que iba a tener que lidiar el toro solito.
Aquel abrazo que se intercambiaron Manuel y Malena, les auguraba adrenalina positiva y bienestar; un contacto sincero de dos personas que se iban a entender.

Mechthild tras escuchar las palabras que había dejado caer su madrina, tomó del brazo a Manuel y se lo achuchó hacia sí, con cariño, preguntándole sin apocamiento y sin ambages _ ¿Estás bien cielo?
Sin esperar a que contestara, siguió argumentando ahora ya más tranquila y despreocupándose de miradas y comentarios agrios.

 _ Esto es normal_ dijo Miche. Aquí en este nuestro jodido entorno es habitual, tanta pregunta, tanta trascendencia urgente. Se trata de la parte de la familia más cercana y la más impertinente. Aquella que tardas en visitar de modo habitual.

Los presentes no abrieron la boca y se mostraron despistados al escuchar las palabras de la ofendida Mechthild, que ya estaba asumiendo un color morado por tanta falta de hospitalidad. Tomó cariñosamente a Manuel de su mano izquierda y arrastrándole, lo llevó frente al personaje de las finanzas de la familia.

_ Lizardo, te presento a mi querido Manuel_ expuso la mujer dirigiéndose al orondo caballero, a la vez que miró a su novio y argumentó con sequedad_ este señor es el experto, que nos ha llevado la contabilidad desde no sé ni cuándo. Al que mi papá le tenía una fe y una estima por encima de predisposiciones y mandatos. El apoderado de todo lo nuestro. Inclusive de mi propia madre, que desde hace un tiempo, creo y según lo que demuestra mamá, es para ella en su alcoba algo más que su asistente particular.
  
El saludo de Lucas Lizardo fue más aparatoso que otra cosa, a Manolo le repateaba lo que el buen administrador pensara sobre él, y sabiendo que no venía a engañar a nadie, estaba más seguro en aquella hacienda que el mono en la etiqueta del anís.

_ ¿Es usted de Valencia Manuel?_ indagó muy cortés Don Lucas, apretándole fuertemente la mano derecha; sin soltarla mirándole a los ojos, a ver que signos externos proveía el recién llegado y sin escuchar, formuló la segunda intriga sin dejar de estrechar su mano derecha aseverando_ Tengo familia en Beniparrell _ siguió Lucas obcecado sin dejar hablar a nadie_ Muy cerca de la capital del Turia y sé que es buena tierra. ¡Se come bien, y se vive mejor!

Viendo que estaba haciendo el ridículo y un tercer grado inadecuado con tanto interrogatorio. Finalizó el apretón de manos y llenándose la inmensa barriga de aquel aire que por lo cargado ya estaba infecto esperó la respuesta atisbando de reojo a Doña Clara y a René que lo miraban con un desprecio amaestrado.

_ Pues no señor, no soy de ahí, ni de allá ¡Soy Cartagenero! De la ciudad portuaria. La bella Cartagena, y a pesar de que no estamos demasiado lejos de donde usted menciona, que es ¡buena tierra!, como la mía. Conquistadores de esperanzas, marinos de mentes abiertas al mundo y al prójimo. Gente fenomenal, como en muchos lugares. También los tenemos que se les ha de echar de comer a parte, pero por lo general, personas educadas y de buen talante.

_ Me alegro_ dijo Lucas _ Sepa usted, que aquí es bienvenido, y con el tiempo nos irá conociendo. ¿Me han dicho que usted es vendedor? Que ha venido a Managua a presentar un artilugio bastante innovador que promete, ¿Qué me puede decir al respecto?

_ ¡Cierto!, a las personas tiendo a conocerlas a primera vista, en cuanto les estrecho la mano al presentármelas, o cuando se acercan a besarme cuando me dan su bienvenida. Es como un don que mi Dios me ha dado desde siempre. Mis vaticinios internos poco difieren de la realidad, y casi en nada me equivoco en mi primera apreciación. Será por mi preparación, por mi adiestramiento y naturalmente por la educación que he recibido desde jovencito.
Así con esta razón y claridad refutó a la primera parte a la pregunta del grueso secretario, prosiguiendo sin pausa a dejar claridad en sus detalles.

_ Por supuesto agradecer de antemano sus deseos de bienvenida personal. Es cierto soy vendedor, ¡mercante!, lo que en mi país se le denomina comercial, pero que al efecto es lo mismo.

Todos los allí cercanos, estaban interesados por las explicaciones del competente Manuel, que continuó dándose algo de crédito_ Pertenezco a una firma muy bien posicionada en el mercado de utensilios para la higiene personal. Mi empresa; la firma a la que represento, ha elegido este país junto con otros tres más, para exhibir en América, el Wáter Cósmico, un accesorio que pronto tendremos en las casas por su garantía, higiene y servicio, pero de ello ya nos iremos enterando en su momento. Permítame que guarde alguna reserva ya que pretendemos sea una sorpresa en este su precioso territorio.

Lizardo quedó poco satisfecho con la réplica, ratificándose así mismo que no había estado a la altura de lo que de él se esperaba, evidenciando que el recién llegado le había descubierto su juego anómalo y su falta de sinceridad. Abandonando repentinamente aquel parloteo penoso y sin sentido que no despertaba interés alguno en Manuel, ni tampoco en los allí reunidos. Revelando  de forma clara, que no le importaban absolutamente las bienvenidas ni los actos sociales de aquella familia.  


La dama, Doña Pajarita invitó a sentarse a su hija y al amigo, ofreciéndoles una amalgama de néctares entre ellas, limonada recién exprimida, como bebida más floja, y para elegir entre mil aguardientes y licores, contando con la popular cerveza de la zona la famosa: Toña, acompañada de multitud de canapés escogidos y deliciosos, quedando al antojo de cada cual.


Todo fue discurriendo en la normalidad anormal de una gente adinerada que pretendía ser más educada, destacada e importante de lo que realmente eran.
La visita fue de las que apremian, e incitan a la prisa por salir volando hacia donde sea. Cuando lo tenían todo previsto para decir al patio de visitas: "Au revoir", que significa en el idioma de Cristóbal Colón: hasta la vista, llegó Doña Clara más esclarecida por todo lo que había resistido con indignación y le dijo a su hija con bastante más afecto que hasta entonces.

_ No se te ocurrirá marcharte, como un lagarto huidizo del lago Xolotlán sin almorzar y sin celebrar esta bendita nueva buena, ¿verdad? Sería incomprensible ¡Vamos! ¡No serías tú! La digna heredera de los Sröeder, la mujer fría y calculadora de siempre, la mandamás. Sabías que esto te iba a pasar, no lo niegues, porque tú no eres nada tonta y todo te lo imaginas con pre antelación_ la madre siguió diciendo_ Manuel me gusta, más de lo que he reflejado.


Es un tipo audaz, valiente y sobre todo machote. Podrá con todo y con todos. A nosotros sabrá ponernos donde corresponde.

Ahora lo que deseo es que también pueda contigo. ¡Cuídalo hija, no los hay a pares! _ advirtió Doña Clara_ No te confundas con nadie, todos te tienen celos, rencor y sobre todo se les ha acabado la murmuración. Haz lo que debas y pronto.
De tu hijo y de tu ex marido ya nos ocuparemos cuando llegue el momento; ahora, seduce, ama y entrégate como lo que eres y como lo que sientes. Si de veras te gusta hazlo tuyo como sea y no dejes que nadie te lo quite.


Anoche_ continuó diciendo mientras miraba a los ojos a su hija que no pronunciaba palabra, por  no dar bola al escuchar de voz de su madre, aducir todo aquello que tanto le embargaba_ Lo probaste en la cama, te hizo las mil maravillas, te fornicó hasta la extenuación, y tú te lo comiste como el mejor de tus bocados. Se nota a cien leguas que te enamora y que le has succionado hasta sus cuajadas y si has venido con él, es porque te deja complacida, satisfecha y requetebién engrasada.

Se fundieron en un abrazo madre e hija y a las dos se les escapó un sonido gutural por la agitación que contenían.
_ Es mi hombre; mamá_ dijo la licenciada. Ha soportado por mí, lo indecible esta misma mañana, él mismo me lo advirtió que quizás no era el momento y no le creí, advirtiéndome esperáramos_. Dejaron de hablar y se quedaron sin palabras.
Alrededor de aquella gente no se encuentra a gusto ni siquiera los mosquitos tigre, ya que podrían infectarse con tanta insipidez y quedar inválidos para transmitir por medio de sus aguijonazos las enfermedades de reciente hallazgo que regalan.
Durante el almuerzo el grueso de los comentarios fue en torno a los negocios y el dinero, las joyas y a la futilidad de una gente nimia y banal.
Cuando se quedaron solos Manuel y Mechthild, fue al retorno a la ciudad, ya de vuelta en el Mercedes verdoso, conducido por la propia niña Miche.










To be continued
Continuará







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