Aún recuerdo las primeras
letrillas o fragmentos
¡En fin es por demás!
Un carro iba por el pedregal.
Leía el profesor Isús.
Aquel citado del ejercicio
de dictado lingüístico
que debíamos escribir
los alumnos de primer
grado para memorizar
las reglas gramaticales.
Nos las leía en uno de tantos preceptos que nos
exigía, para corregir errores de escritura. Prácticas incansables manuscritas anotadas
en nuestras libretas de cuadrícula, mientras paseaba leyendo cachazudo a lo
largo y ancho de la gran aula leyéndonos:
¡En fin es por demás!
Un carro iba por un pedregal
_ Puede repetir_, nueva interrupción a la lectura, se
escuchaba de algún remolón que escribía con parsimonia en aquella cuartilla de
la libreta de primaria.
_ ¡Escriban!_ voceaba el señor Isús_, con voz alta y
clara, que dictaré despacio, y repitiendo bastante para los rezagados como
usted_, mientras me miraba con ojos de querer fundirme_, remachando nuevamente:
¡En fin es por demás!
Volviendo nuevamente al principio del enunciado de
aquel dictado.
Le recuerdo ahora con sumo aprecio y devoción, tras
más de media centena de años transcurridos. Tanto se grabó en mi mente aquel
verso de: ¡En fin es por demás! que cada vez que lo escucho pronunciar a
alguien. Mentalmente repito en voz baja y sin que nadie lo aprecie, el segundo
verso de aquel ejercicio de lengua:
Un carro iba por el pedregal.
4 comentarios:
Bonita historia...Junior
¡Cómo pasa el tiempo! Intentaba encontrar algún parecido contigo y me ha sido imposible.
Menos mal que se inventó la fotografía para recordarnos cómo éramos y cuanto hemos mejorado.
J.Añez
Bona nit.
No seràs tu de jovenet......jjajajajaj
Molts Petons,
Mª Teresa
Que linda foto, eres tu, LOS AÑOS MARAVILLOSOS.
g.
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