lunes, 22 de julio de 2013

¡Viva! La Reina de las Fiestas 2013 ¡Viva!


_ ¿Vamos a ver la Presentación?_ Preguntaba Robinson a Liliana.

_ ¿Crees que se habrán corregido las dificultades que tuvieron el año pasado? _ Respondía la guapa señora, como los gallegos, con otra propuesta.

_ Podemos comprobarlo si asistimos. ¿No crees? y de paso nos tomamos un calmante en la plaza_. Dándolo por hecho, asentía Robinson

_ No tengo demasiadas ganas, pero por complacerte, ¡vamos! _, refunfuñó la dama.

_ ¡Mujer! No seas tan corrosiva, cuando tú fuiste Reina, aquel año, ¿Cuál fue?...

_ Anda, no me hagas recordar, que me entra nostalgia de todo aquello tan bonito. 
 

Bajaron por la cuesta del Brinco en busca de un espectáculo que se inicia en la plaza: la recreación de una entronación a las nuevas reinas de aquel pueblo. Con la llegada de la banda musical y las jóvenes y bellas, que han sido seleccionadas ese periodo para representar a la villa, como Reinas y Damas del año.  

Eran casi las doce de la noche, en esa calleja tan desnivelada y oscura, residen más gatos que en toda la urbe, les miraron los felinos al descender como si les estuvieran analizando, ellos; no precisaron en el detalle del maullido gatuno que les informaba que no iban a ver nada del otro barrio. 

Al llegar a la intersección con la calle Plana, notaron que las mesas de los bares estaban más vacías que el verano pasado, en los baretos de los arcos poco gasto, en el Casino Mercantil los clientes de siempre y algún que otro turista despistado intentando que le saliera la cena lo más barata posible.

No existe esa alegría acostumbrada. En los platos que sirven los camareros menos chicha, poco fondo, menos carne y en los vasos la misma cerveza o quizás más cantidad, de otra marca que es más económica.

La plaza Mayor, llena de gente madura con sus nietos jugueteando por las escaleras, dentro de las arcadas del ayuntamiento y sobre las balaustradas del claustro. El tenderete de juguetes, no es el mismo del pasado año. Es más grande y venido de quien sabe dónde, despacha caramelos, golosinas y globos, para los nenes, y los trocitos de coco para los lamineros 

Como norma los habituales del pueblo vigilantes de todo…, de aquel que se marchó a la ciudad a hacer fortuna y parece que no es para tanto, de la hija del banquero, que ya se ha divorciado tres veces y resulta que está sentada con un tipo diferente, extranjero bastante oscuro, que no tienen controlado de momento. Del antiguo propietario del bar de la Cuesta, que ha tenido que cerrar porque se creía que iba a comerse el mundo y lo que se cogió fue una deuda morrocotuda y se las ve y desea para pagar las letras al Banco Atlántico. De la panadera, que se junta con el dueño del secadero y Don Rosendo el de los electrodomésticos. Doña Juana, la esposa de Don Dimas, el nuevo Registrador, que vienen de un pueblo de Extremadura destinados,  tratan de caer bien a ese grupito para que les dejen entrar en su peña; dicen ellos con algo de razón que los de aquí, les cuesta mucho abrirse a las nuevas amistades. 

En la terraza de las Amables, no había prácticamente sitio, algunas mesas completas de parroquianos, cenaban en plan bocata, los demás con sus cafés y sus copas, esperando como todos, que comenzara el espectáculo. En el bar de la cera de frente,  …el típico de Doménico, tampoco rebosa el trabajo, habían mesas completas pero Liliana y Robinson se pudieron acomodar en la número tres, donde al poco de esperar, una camarera de estas que son y se les nota de temporada, por sus pocas dotes de: servicio, presencia, profesionalidad, se les acercó con una libreta y demasiadas dudas, mirando a todos sitios menos donde debería hacerlo y tomó glosa sin precisar exactamente quien lo estaba solicitando, tanto es así que al marchar tuvo que dar sus pasos a la inversa, para fijarse en el dígito de mesa que debía facturar esa petición.  

La gente, en plan agradable paseaba y sonreía, unos vecinos, otros forasteros, los demás cercanos de otras poblaciones afines, recorrían la calle Plana tras la hermosa oscuridad que ofrecía la noche sonreída por las farolas de luz de tungsteno que ofrecen esos hermosos fanales y el buen clima que les regalaba aquel momento de julio.

Distribuidos los amigos, departían en su velador. Con grandes voceríos, sin percatarse que los demás pudieran escuchar sus conversaciones. No importaba, no eran charlas para ocultarlas a nadie, reunidos por sagas, o por gremios, todos ellos afines a gustos, caprichos y posibilidad equitativa en el costo. Los más ricos, separados del resto de los mortales y si pueden bajar la cara para no saludar, la bajan y se quedan tan frescos. Después cuando te necesitan dicen que no te han visto o no te han conocido.
 

El sonido de la chiquillería avisó que la banda llegaba a la plaza, para prepararse con sus atriles y pertrechos y ofrecer aquellos estupendos pasodobles. Al llegar la Reina de la Fiestas y sus Damas de honor, custodiadas por los recientes quintos de la leva, que son la juventud del lugar. ¡Cómo no!, el señor Alcalde, y los representantes del Cabildo, no podían faltar en una velada como esta, donde pueden sacar el pecho de lata, para presumir de sus pocas virtudes y de sus menos desvelos.

La gente fue arremolinándose alrededor de los artistas en el pasadizo y dejaron sin vista a los que orgullosos estaban sentados en las mesas de los bares de aquel precioso lugar. 

De repente el director de la Banda Municipal, levantó la batuta con la mano izquierda y con su diestra, indicó el comienzo de la copla, que retumbó en toda la plaza, saliendo notas musicales de los instrumentos de viento, que hacían henchir el pecho de los escuchantes. Todos quedaron anonadados de la calidad de la orquesta, que encumbraba el ánimo de los allí congregados. Mientras la Reina, pasó con su vestido blanco tocado con detalles azules en sus hombreras y con una pamela multicolor que aún le engrandecía la belleza a aquella muchacha tan ilusionada y a la vez nerviosa por el papel que tenía que representar desde ahí en adelante y por el espacio de una anualidad competa. 

El acto de protocolo prosiguió recogiendo a la Reina y sus Damas de Honor, desde el Ayuntamiento y conduciéndolas a la pista de baile, para que allí fueran recibidas por el grueso de la población, y de las autoridades locales, haciendo sendos homenajes a la Reina saliente y la bienvenida oficial a la Reina Actual y entrante, dando el toque de apertura con el Vals Vienés, que interpretaría una de las muchas orquestas que intervendrán en las Fiestas Mayores de la Villa.
 

Los aplausos fueron atronadores, los vítores a las guapas incalculables, los agasajos a los padres y familiares de las mismas incontables y la poca organización surgió a las primeras de cambio. Detalles que bien merecían la pena tener en cuenta para hacer majestuoso si cabe el acto.  

La presentadora hizo gala de su cometido presentando al señor Alcalde, el que intentó tener unas palabras acertadas para la ciudad, los presentes y sobre todo para la Reina, quedando esas frases atenuadas por la poca convicción del respetado edil, que más bien parecía que estaba anunciando un jabón de lavadora por la poca gracia, y sentido que le puso al acto. 

Pasaron todos los regidores por el escenario y aquel micro inalámbrico, transmitió todo aquel manojo de palabras fatuas. Estuvieron esperando foto del periódico comarcal en la entrega de flores compartida con las diferentes muchachas, que siendo las Damas de Honor de la Reina entrante, hubieren merecido de buen grado tener un poco más de cariño y atenciones en el acto y algo más de bombo y boato a todo aquel acontecimiento, que con seguridad jamás se volverá a repetir con ellas. 

El Danubio Azul, Vals interpretado por la orquesta, que magistralmente bailaron la Reina y el mozo acompañante, dos bailarines de pro, que supieron encandilar a los pocos que les podían divisar mientras danzaban, dado que la organización evitó que lo saboreara todo el público asistente, por la desastrosa habilidad del acomodo del respetable a lo largo y ancho de todo el perímetro disponible.

Después la desbandada, todos a bailar a “gogo” y a lo loco, dándose golpes, patadas y empellones, bajo la música del conjunto. Bebiendo sobre todo, y sin control aquellos brebajes que preparaban los bármanes en el margen frontal de la pista.
 

Bailaron dos piezas lentas, música de amor  Liliana y Robinson_ “Unchained Melody y Everybody Talkin; esta última de Harry Nilsson”_, en aquella pista polvorienta, sin suelo apropiado para deslizar los borceguíes negros de danzarín, sin poder lucir Liliana, el gran escote palabra de honor de su vestido,  sin poderse besar bajo la luna arruinada en su decrecer a cuarto menguante. Con las correrías entre bailadores de los niños mal educados, que los padres sueltan para joder a los demás, en vez de atarlos a la pata la silla. Con el sabor del cubata de garrafa, que le habían servido en la inestable barrita de la esquina, decidieron marcharse sin haber gozado de lo que pretendían.  

Retornaron su camino de vuelta, dejando atrás un festejo que hace unos años, era una maravilla disfrutarlo y vivirlo. Ahora se ha transformado en un reclamo para nadie, por su falta de absolutamente “todo”. ¡Una pena! 

La crisis ha hecho acto de presencia en todos los ámbitos, incluido estos de los espectáculos populares, aunque si quien debe ocuparse de estos festejos estuviera más por lo que debe y se ganara de verdad el sueldo, haciendo lo que debe, los que intentan disfrutarlo lo conseguirían.
 

Los políticos no pueden estar al frente de estos actos, que son desinteresados, porque ellos, están muy ocupados en otros menesteres. 

Al subir de nuevo la cuesta del Brinco, aquellos gatos, estaban pertrechados en diferente postura que al inicio, pero relamiéndose los bigotes de hambre, de aburrimiento y de nostalgia al comprender que Liliana, recordaba su reinado donde la agasajaron y la hicieron sentir sobre todo que era: mujer y era tan deseada como ahora.

 

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