Capítulo Nº 04
Narración entregada en capítulos secuenciales
Viene del Capítulo Anterior
Ingrid Adela, una preciosa mujer, con un carácter poderoso a la vez que muy apasionado. Alegre en su devenir, necesitada de mucho apego y amor de todas las variedades existentes: sensual, alocado y turbador. Regalaba el donaire a cada paso, se vestía muy moderna y esos atavíos a conveniencia le hacían aún más encantadora y pulcra, ya que combinaba picardías con elegancia que son dos aderezos imperativos a la hora de presumir sin demasiados aspavientos. Vida solucionada en lo relativo al sustento, sin dificultades para hallar la fórmula magistral y encontrar el hombre adecuado.
Comienza
el Capítulo 04
Aquella cena, comenzó con todos los cuidados y mesuras en
la que, dos personas se estudian. Sin
embargo, el buen trato y el cariño, no dudó en aflorar. Tomaron asiento, en el
comedor del Hotel Zico, aquel lujoso refectorio cercano a la Facultad de
Stamford, en el corazón de Silicon Valley. Muy presto, les atendió un camarero
agasajándoles con detalles y mostrando el fenomenal menú ecológico de la casa.
No tardaron en elegir los platos que iban a degustar ni el vino que saborearían
a lo largo de la velada. Todo parecía hecho a medida, con un lujo
extraordinario, las mesas equidistaban unas de otras con el suficiente espacio
como para que se pudiese llevar una conversación, sin la preocupación que el
resto de clientes, lograsen enterarse de las conversaciones mantenidas, Ingrid,
quedó dibujada frente al espejo que inerte posaba frente a su lugar de acomodo,
trazando junto al que le cobijaba su espalda, toda su línea física, tan acorde
a lo que de ella se esperaba, su cabello tan peinado, caía por los hombros en
cascada poco mas abajo de la muralla de sus hombros, que delgados y
milimétricos, hacía de su caja torácica una perfecta máquina de persuasión. Unos ojos lumínicos y
grandes enfocaban allá donde los detenía y mientras, en el tránsito intermedio
iluminaban la estancia, como si se tratase de un espectáculo mágico.
Acompasadas sus manos en la expresión, ayudaba a la dicción de sus palabras,
que pausadas, emergían de su perfecta boca.
Eudaldo se había quedado perplejo ante tanta finura
personal, la que regalaba Ingrid Adela, tan acostumbrado él, a la perfección de su trabajo y de su forma de
ser, parecía fuese una prolongación de sus costumbres refinadas. La miraba,
mientras ella, le explicaba y le interrogaba, de cuál era su expectativa ante
el gran reto que tenía por delante. No tenía ojos para todo lo que ansiaba
revisar. Repasar hasta la última pulgada de su cuerpo, desde los pies hasta la
cabeza, advertía y tropezaba, con toda una síntesis de refinamiento y buen
gusto.
La mesa estaba
servida, y el maître disponía una degustación del vino en la copa de Eudaldo,
para que le diera el plácet. Este probó el jugo depositado en aquella
transparente taza de cristal de bohemia, invitando a ella, hiciese lo propio y
le diera su opinión al respecto. Detalle que advirtió el sommelier y sirvió con
educación en la copa de la señorita, degustando con el simple gesto de mojarse
aquellos labios carnosos, que portaban aquel carmín que sin desmayo lucían y
reafirmaban un precioso acceso bucal. A ambos, les pareció bien y con un simple
gesto, el encargado se dio por enterado y entonces les sirvió la copa como es
debido.
_ No me dices nada, Ingrid_. Entonó Eudaldo, mirándole
superficialmente en el descote del vestido.
_ Preguntas, por detalles que no concibo en ti. No he dejado
de hablar desde que salimos de las oficinas. ¿O es que, quieres que no pierda
ni un minuto y comience a referirte detalles personales? ¿Tan nervioso estás?
__, impugnó ella con voz muy sensual.
_ Estoy sereno y expectante, sin embargo, te miro y todo
lo que muestras me agrada, más que eso, me acelera a pensar y me altera, en que
no se funde el algo pasajero, que todo esto que vivo ahora contigo, quede en una
ilusión, que en breve acabe, dejándome desconcertado.
_ ¡No me irás a decir que te asusto! Tan poco acostumbrado
estás a las ¿distancias cortas con las mujeres? que te producen esas
sensaciones. Porque de ser así, esta noche te espera una larga pena. Estoy
dispuesta a llegar donde tú lo desees y seas capaz de aguantar y disfrutar.
_ Bien parece, seas
especialista en estas batallas, por otra parte te retribuyo, que comencemos con
tanta sinceridad esta convivencia, creo será de mucha ayuda para mí y para el
proyecto. Sin dejar de lado, toda la felicidad que entiendo me vas a regalar,
como dividendos laterales. Eres una mujer muy guapa y estoy seguro, si no fuere
por lo que ambos sabemos, quizás jamás hubiese podido tropezar con un cuerpo y
con una hembra tan exquisita como tú.
_ No serás de esos, que con poco tienen bastante y se
conforman con lo que su corta imaginación les ilustra__. Siguió apostillando
Ingrid__. Deduciendo de tu alusión, por el regalo que mencionas, incluidos los
dividendos laterales. No será obsequio mientras no disfrutemos, de un sexo abierto,
desenfrenado y fascinante_. Inflamada y con elegancia, le refería su parecer a
Eudaldo, mirándole descarada en los lugares, que le pudieran incitar al
disturbio pasional.
_ Tengo el convencimiento, que estarás a la altura, como partenaire
perfecta, además de aportar una pericia excelente en el campo de las ciencias
humanas aplicadas. Vas a estar divina en tu papel de amante y de amada. Tomando
parte activa en cuantos detalles bordeen, para conseguir la excelencia y la
perfección en nuestro cometido_. Con una certeza emocionada, Eudaldo contestó a
su bella compañera, haciéndosele agua la boca.
_ ¿Has estado prendado alguna vez Eu? ¿Has vivido fuera de
ti? Por amor sin que te correspondieran ¿las
estrellas y la suerte? ¿Has notado indiferencia, de alguien por quien tú
bebieras los vientos?
_ Desconozco, esas sensaciones Ingrid, lo siento, no poder
ofrecerte una respuesta más adecuada. Creo, que has podido estudiarme y saber
de mi, quizás, más que yo mismo. Deseo me emociones cada día, sepas navegar
conmigo hasta el final de este trayecto informático, puedas inculcarme la
felicidad que no haya tenido jamás, me empujes en los momentos de bajón o de
temeridad depresiva, arropes mi alma y mi cuerpo en pro de un final exitoso y
me comprendas como ingeniero comprometido y como hombre sencillo y vulgar.
_ Has de saber Eu, que en mi, quizás no sea todo tan
natural y casual, también he pasado por momentos grises, que sola los he tenido
que modular y digerir, por ello, me enfrento a esta aventura, con sombras de
turbación, en lo que pueda pasar después. A fin de cuentas, y por mucho que nos
digan los psicólogos especialistas, somos personas, como las demás con las
mismas pasiones, los mismos defectos y tanta variedad de inconvenientes en
nuestro haber. A pesar de tener un
coeficiente superior a la media, también nos prendamos por los detalles, nos
enamoramos, gozamos cuando el sexo es suficiente… ¿pero cuando esto se acabe? ¡Claro, que bien
es verdad!, somos privilegiados, por tantos y tantos recursos que poseemos de
forma natural. Ahora nos toca interpretar para la evolución del bienestar.
El camarero seguía perfectamente pendiente de ellos, no
les perdía el ojo ni por casualidad, sabía de qué empresa venían y el control
de los detalles los llevaba al dedillo. Al poco y viendo que se relajaban ambos
en sus posturas coloquiales, aprovechó para ir a llevarles la carta, y esperar
a que ellos mismos le dijesen que se retirara o que solicitaran algún detalle
sobre los suculentos platos que allí se disponían para que los clientes
pudieran perderse en el colmo de los sabores, sin pecar maliciosamente en las
calorías puesto que la ecología propia del restaurante, guardaba todas aquellas
premisas y las expandía para el disfrute de sus comensales. El vino ya lo
tenían en la mesa y pasaron directamente a pedir el primer plato, un “sorbete de lágrimas de sirena”, que lo
componían en una sopa de gallina con unas gotitas de jerez español y unos
tropezones diminutos de carne de ternera de la parte del bajo vientre. Ambos
eligieron
To be continued....
Continuará....... en breve será publicado el
Capítulo 5
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