viernes, 8 de febrero de 2013

Descarga YSYP Aplicación del Amor: Capitulo: 01


Narración entregada en capítulos secuenciales

Capítulo Nº 01

Aquella aplicación para móviles sería un avance sorprendente en el mundo de las redes y la telefonía. Una autentica obra de ingeniería. El satélite por mediación de los impulsos cardíacos detectados en el perfil del usuario, encontraba deseos afines en las personas y por las presunciones de esas indicaciones el cerebro además, transmitía el grado de insuficiencia y ansia. Todos estos síntomas procesados por la ciencia aplicada del desarrollo de su aplicación, hacia que el móvil, fuese el portador e inductor de todos estos prodigios. Que además de reconocer entre los humanos sus secretos inviolables, sus necesidades fisiológicas perentorias y urgentes, los podía poner en contacto entre ellos, sin demasiadas disuasiones. El propio celular, si era preciso, les podría a petición del interesado, indicar y dirigir al lugar, donde radicaba aquella persona afín, aquel perfil supletorio, necesitado del mismo deseo, para que llegado el momento, pudiesen complacerse, conocerse o comenzar una relación interesante.

El teléfono, vibraría ostensiblemente a trescientos metros de distancia y actuaría como si se tratase de un indicador de frecuencias dirigidas. El clásico rastreador de caminos y carreteras. El GPS de los deseos y de las pasiones. El Tontón de los encuentros vitales. ¡Del amor!
Al cruzarse esas esperanzas, entre ellas o al detectarse en el radio establecido, el propio celular, haría gracias a sus poderes tecnológicos de punto de conexión inteligente.
Indiferente fueran de países distintos y de idiomas diversos, razas o continentes disímiles. La gente afín se podría entender tan solo por el lenguaje corporal, que traducido en deseo por el satélite y la inteligente aplicación, les llevaría llegado el caso, a desempeñar su necesidad inmediata. Ya no era tan necesario el correo tradicional, ni siquiera el sms, ni los mensajes. El propio teléfono ayudado por aquella nueva idea sería una vez pulido quien pondría en contacto a las personas por afinidad, gustos o incluso deseos íntimos e inmediatos. El cacharro sabría y situaría a las personas atraídas. Simplemente bastaba con llevar consigo el telefonito.
Al coincidir en la calle con el perfil idóneo buscado, avisaría con un sonido. Aquel que previamente, tu corazón y tu cerebro acomodaban a tus escaseces, gustos y deseos, tu media parte ideal, aquella porción que tan necesaria fuere para el desenlace feliz de tu dicha. La persona buscada y que cuesta encontrar para llevar a cabo todas tus ilusiones imaginadas. En definitiva la compensación positiva.
 El avisador se ponía en marcha y procedía, indicando quien era la persona y la necesidad o el deseo que tuviera en aquel instante, las ganas de lo que fuese, por intima que se mostrase. Si te miraban con deseo y lascivia, si te deseaban conquistar, si pretendían ligar, todas aquellas ocultas y sinceras decisiones, que a menudo no se dicen, ni se quieren descubrir por lo que de imposible impone la propia urbanidad y el silencio de lo fingido.
Que una vez extendida esa práctica y los equipos de telefonía estuvieren pertrechados con las mismas aplicaciones y tecnología. Los propios teléfonos se entenderían entre ellos sin mediar sistema y a su vez se avisarían todas las partes.
Capaz de encontrar a la persona que soñabas a tanta distancia y con el tipo y la clase de deseo que tenia, lugar exacto, gustos, costumbres, donde paseaba o se hallaba. El individuo que enviaba el deseo, los pensamientos del que los había recibido como señal íntima. Sabiendo tanto el receptor como el emisor, si le convenía el momento, le agradaba lo que pensaba, si le apetecería fuera más tarde, si era una ilusión pasajera o, si el deseo era inmediato. Ambas partes recibían toda clase de detalles sensitivos de la necesidad o ansia del emisario, con la normalidad que estaba ocurriendo.
Ya casi no era necesario hablar, solo los impulsos del satélite conectados con tus esferas personales, hacia el trabajo, ya no servía ser tímido ni retraído, hablaba por ti la ciencia y la ponía en bandeja para que se utilizara fría.
De ese modo se unirían las gentes con más seguridad y éxito, con una garantía que ahora ya se encontraba a faltar, por tantas anomalías existentes entre las relaciones de parejas, por tantas diferencias que surgen a lo largo de la relación íntima, por tantos secretos que se omiten y se esconden, que no afloran ni se descubren, hasta que es tarde, debido a los miedos, o por falta de seguridad entre los humanos. No haría falta un detector de mentiras, era un descubridor de deseos primarios.
Siendo una facilitación para la avenencia, por tener muchos puntos en común establecidos, gama amplia de verificación de comportamientos, todos ellos testados y con pruebas realizadas con un grado de satisfacción insuperable, gestos aficiones y caricias establecidas de primera mano, sin tener que fingir, sin tener que aparentar y sin tener la obligación de enamorar obligado por las tradiciones. Sin zarandajas ni suposiciones, estando seguro de que enfrente, se sitúa tu pareja indisoluble.
Se preveía en corto espacio de tiempo, esa maravilla consiguiera lo que ya hacía tantos años, se iba perdiendo, la fidelidad entre parejas, entre gustos. Los matrimonios se rompían mucho antes que de costumbre. El no saber razonar, la falta de tacto, la poca experiencia, el no disfrutar de la vida en conjunto. El trabajo diversificado y los horarios establecidos, el usufructo de las necesidades personales, los hijos, su cuidado y el saber compartir de los pequeños detalles de la propia convivencia, la costumbre de gozar.
Cómo esta novedad servía no solo para el trato con los placeres, con la rutina del común denominador de las parejas, si no que se podía adaptar a cualquier forma de entendimiento personal. Entre padres e hijos, en la oficina para que los compañeros supiesen siempre a qué atenerse por no haber ya dudas existenciales entre humanos.
Los políticos, se mostraran no solo con palabras, con las miradas, con las buenas  intenciones, se arreglarían los conflictos y una  vez perfilada y depurada la aplicación, se conocerían a los estafadores, a los sinvergüenzas, a los ladrones, los farsantes. En general sería, una solución,  aquello que nos hace falta a la raza humana para que pudiera seguir con su singladura sin perturbarse y por muchos siglos más, ya que se acabarían las codicias los engaños y malas costumbres. 

Eudaldo Manrique, el figura que ponía en solfa esa nueva gestión informática, es un joven ingeniero de Ciudad Real, hijo de gentes sencillas dedicadas a la elaboración de quesos manchegos, poseía una especie de don, un coeficiente mental superior a lo que nos tienen acostumbrados los más sobresalientes, muy por encima de la media. No llegaba al 228 de Marilyn Vos Savant, pero quedaba bastante cercano a la record guiness de los coeficientes. Realizó sus estudios en un tiempo record, dada las aptitudes y la facilidad que se le daban los condicionantes del aprendizaje donde fuera o llegase. Le venía esa gracia desde los días de sus inicios. Inteligencia, intuición y persuasión se juntaban en aquel muchacho, que ganaba día a día ingenios inverosímiles que ponía en práctica siempre al servicio de los semejantes, fuera de luchas internas ni mandangas.
 
To be continued....
Continuará....... en breve será publicado el Capítulo 2

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