martes, 9 de octubre de 2012

Esquina

 
Aquello que se queda dentro pudre,
lo que no se cuenta acaba con la entereza y el temple.
El silencio obligado, fermenta sacude y acalambra.
 
He vuelto a este rincón, donde parece que no me consuela
el instante ¿Recuerdas aquellos días grises tan alegres?_ Preguntaba mi conciencia_ Se habían esfumado de mi mente y hoy revierten.
 
Quisiera mutarme en calandria y llegar a ese lado del mar,
donde pudiera ser verbo y acompañarte si me dijeras: no temo
 
Lo que callas te corrompe,
sin dejar huella, ni nombre.
Mutando una llaga que lesiona
ya seas mujer u hombre.
 
Amargas, extrañas enfermas, por la ausencia del circular en tus
venas, por perder esa indulgencia y el control de la paciencia.
Busco en la penitencia, un antídoto que mitigue  mi pena.
 
En este rincón perdido, sin luces
con muchas ansias, aprovecho este preludio
para reconocer que: sin ti; ¡Nada!
 
Dar las gracias ¡No basta! Sería la excusa, el basto recurso de los que: ” aparentan”. El “quítame de encima”, esa conciencia, que por no consumirse no acaba de convencer y con otra expresión, mentirle al alma.
 
Lo que callas te corrompe,
sin dejar huella, ni nombre.
Mutando una llaga que lesiona
ya seas mujer u hombre.
 
Me hechiza de vez en cuando volver a este rincón fantasma
y hablar conmigo sin retórica, sin ocultarme nada, poniendo las
cosas claras, sin tapujos ni trampas, aquello que por lo habitual no se habla,
¡Todo lo que amarga!
A menudo reprocho aquello que se disimula y como norma, ¡Mata!
 
 
 
 
 


0 comentarios:

Publicar un comentario