Tengo
una discusión indeleble,
desde
que aprendí a razonar
ésta
apareció un buen día
y dudo
si llegó a impregnar.
Defiendo internas disputas.
Reproches
de la opinión,
cuando
no estoy acertado
me
priva con profusión.
El
pensamiento es muy libre,
exento
de cerraduras y cortapisas.
Puedo admitir
cualquier cosa.
Más
luego notaremos si concisa.
De costumbre
la cordura está presente,
aunque dilemas
diferentes existan.
Parece
que tengo en mi mente
una
ruta muy precisa.
Comparándome
soy raro.
Habitual
es, conocer mi sombra.
Será
que presté atención poca,
y de la
normalidad, ¿pasé la rosca?
En extrañas
escenas me gusto.
Cuando alrededor
percibo,
detalles
que he perseguido.
Regalan
gustoso alivio.
Prefiero
el pronombre: Tú.
Relacionando
virtudes.
Sería
impensable en mí,
usurpar
trazas y costumbres.
Con
dudas existenciales
es difícil
disfrutar.
Menuda
carga la expuesta
a estas
alturas dudar.
Porqué
discuto conmigo,
con esa
normalidad.
Por tener
la mente desnuda,
sin tener que aparentar.
¿Es
preferible ser lerdo
y no
sufrir por los demás?
Mi querella
permanece
desde ayer; hasta el final.
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