jueves, 5 de enero de 2012

Saludos al 2012


Faltaban quince minutos para que el reloj anunciara el nuevo año, todos estaban predispuestos a salir de aquel ciclo tan pesado y tan costoso. La cena había ido de forma natural, degustando aquel gallo de pata azul tan estimado y tan sabroso. De pronto se levantó de la mesa atrayendo para sí; toda la atención de la noche, _ He de deciros una cosa muy importante, queridos míos: Acabo de pedirle al cielo un deseo, poco antes de que den las campanadas. Para todos he solicitado lo mismo. ¡Qué tengáis salud! y que además nos visite la ¡Felicidad!

Amigos míos un abrazo a todos, a los que conozco y a los que no he tenido la suerte, a los cercanos y a los que están fuera de las fronteras, a los que me leen desde la cercanía y a los que lo hacen desde la distancia de los kilómetros y de los mares. 
A los que me invaden el correo con chistes, acudidos, ficheritos que pasean por el cosmos de la red, que solemos recepcionar dos mil veces, a los más comprometidos y preocupados por el medio ambiente, a aquellos que creemos y deseamos lo mejor para el mundo. A los camaradas que quieren venderme productos de farmacia sin receta, para que esté cada día más potente, o pueda dormir mejor, no engorde tanto y sea cada día más guapo y más esbelto, que no se me caiga el pecho ni mi estómago se dilate más allá de los límites del bien y del excelso. ¡Gracias... gracias y gracias!
A todos; mis más efusivas gracias de corazón, por recordar a este humilde escribano que suele depositar en este escaparate aquello que ha titulado como: Lo que siento,... lo escribo.
Mi relato de ahora no va a ser largo como de costumbre, en esta ocasión lo quiero dedicar a ti, para corresponder con tantas cosas que no he sabido expresarte por carta o de viva voz, por el teléfono, en persona, ¡En fin como quiera que sea! ¡Sí; así es! No he sabido ser capaz de agradecerte esas pequeñeces aparentes que no lo son, que ayudan tanto al juego interno, que animan en los momentos de baja estima, que arrancan esa sonrisa cuando menos lo esperas. Igual no he llegado a saber entender lo que precisabas en un momento determinado, no he recordado llamarte o escribirte en el día de tu aniversario, o quizás se me ha pasado aquella fecha tan señalada, que se escapó con las prisas y los enredos.
Solicitar la disculpa a todos aquellos que haya podido ofender de palabra o de obra sin pretenderlo, pedir perdón por tantas casualidades imponderables que a lo largo del año se presentan, en el intento de ser un poco más atento.
Exigir al nuevo Año 2012, que os colme de felicidad, de salud, de alegría, de dicha en todos y cuantos asuntos pretendáis a lo largo del curso de esta anualidad. Ofrecerte mi amistad y mi cariño y todo cuanto necesites si en mi mano está.
Por todo ello elevo mis esmeros al cielo y pido de corazón que se os cumpla todo aquello que habéis invocado. Un abrazo muy fuerte para todos, que tengáis muchos momentos de risa, con esa salud que os corresponde por derecho propio.



Después de haber degustado las doce uvas aquel 31 de diciembre del año, en otro lugar lejano… pidió un deseo y se solidarizó con todos los acompañantes que le rodeaban repartiendo besos y efusivos abrazos, sin saber que entre ellos, estaba un Espíritu celeste disfrazado de jovencita. Nadie le había invitado a aquella reunión, ni siquiera sabían de qué forma se había colado entre ellos. Los amigos se miraban y con la vista se preguntaban entre todos, ¿Quien había invitado a aquella joven tan esbelta y tan guapa? a la fiesta de Fin de Año, que tan graciosamente explicaba detalles de una vida normal para todos cuantos la rodeaban. _ Felicidad, me llamo Felicidad y vengo desde ahí detrás mismo, de la esquina de la trece con la dos. Suelo repartirme entre la gente normal, sin que ellos me inviten para comentarles tan solo un detalle: Aprovechad la vida, que es corta y preciosa si la sabemos administrar, no hay nada imposible en este vuestro mundo si lo deseáis con fuerza y con fe ciega, y ahora perdonadme que he de visitar a otro grupo de amigos que me esperan a lo largo de esta noche, antes de la última campanada_ Dijo aquel Querubín desapareciendo de aquella reunión, en el momento que les sobrevino: ¡Feliz Año Nuevo! ¡Feliz Año Nuevo!

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Toda una confesión unida a una declaración de principios que es la parte espiritual que hace atractivo al ser humano sin necesidad de fármacos para devolver la belleza física; ésta, la interna, que aparentemente no se ve, aunque esté ahí, es la que prevalece siempre y es la que los amigos apreciamos y me inspira tus mismos deseos que nos brindas en el escrito como en bandeja de plata y en ella deposito los mios para ofrecérselos a Dios y a Usted.
José Añez

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