jueves, 25 de agosto de 2011

Sexy sin password



En este departamento de Seguridad para la Información de la empresa, trabajan cientos de empleados, entre ellos está Manolo, atendiendo su computadora. La versión actualizada del antivirus, las posibles amenazas a ficheros del complejo, los correos de clientes. Las aclaraciones y dudas informáticas del centro y como no; la atención a los usuarios de la propia compañía. El jefe desde su despacho, coordina a todos los allí inmersos. Ahora con las cámaras de seguridad, el tío, vive como Dios. Nadie le pillará infraganti y él, además controla a placer desde su poltrona comodísima y testada para su espalda, mientras observa casi todo el día el recinto de los servicios que tiene a su cargo.


De pronto Manolo: elucubraba a solas y le contestaba a Manuel, (su otro yo, desde la azotea de su cabeza). Manuel es, ese contestatario que cada cual lleva dentro. Haciendo reproches y consensuando posiciones y puntos de vista, ese que no es otro que la cognición y conciencia de cada cual.

_ Las butacas son cómodas y apaisadas, si te dejas ir hacia atrás con la boca abierta, puedes enseñar hasta el estrecho de Bering. _ Manifestaba Manolo a su conciencia, iniciando una charla virtual e imaginaria._ Que comodidad, tenemos los trabajadores de la empresa. _ Asentó Manolo, esperando una rápida respuesta de Manuel.



_ Las mesas de trabajo, amplias, sin esquinas laterales, esas que al golpearte, siempre te das en el mismo lugar. _ Insinuó Manuel, con gracejo.

_ Sálvese la parte y como ese trozo queda por debajo del estómago y por encima del muslo, pues ya ves dónde te pegas de lleno.

_ De ahí el nombre de ¡está roto! El escroto. _ Repuso Manuel, desde la conciencia.

_ Han de llevar cuidadito las señoras y estar alerta; con según que ropas carguen, si lucen vestido o falda. _ Siguió mandándole Manolo datos a su cognición._ Enseñan más arriba de las rodillas y el muslamen. Con tanta libertad ya nada está mal visto y hasta lo hacen tan divertido que, no creo que nadie se lleve sofocones.

_ Ya veremos. Aquí en la oficina, los hay de todas las madres._ Imaginó Manuel, soltando una sonrisa tácita y alegando._ Bueno; realmente, en este departamento estamos: ¡Estás tú! que soy yo, Manolo y Manuel. _ Benito, _José Carlos a la izquierda y de frente tenemos a _Conchi y a Cheli que aparte de ser dos monadas, son bastante descaradas. _ Objetaba el otro yo de Manolo



_ No creo, que se quejen, la vista está para usarla. _ Musitó Manolo, inspirando aire para sí.

_ Desde luego ellas, cuando llevas la corbata torcida procuran colocarla bien._ Replico Manuel, con esa retentiva que tienen las conciencias austeras.

_ ¡Qué me dices!

_ No seas proceloso Manolo. Sabes bien a lo que me refiero. Se acercan, te dicen oye nene, voy a instalarte bien el nudo de tu corbata, que lo llevas muy encorvado. Se aproximan, la palpan y aprietan. ¡Claro al nudo me refiero!



En la primera fila de mesas de la gran sala, justo de frente, a pocos metros Conchi, sentada con su minifalda blanca, sus zapatos de verano con los pies descubiertos y sin medias, al principio las dos piernas, las tenias recogidas muy juntitas y en genuflexión dirección de derecha a izquierda. En zigzag. Como queriendo que entre aquellas dos extremidades tan afeitadas no se dibujase nada que hiciera saltar los enfoques de las lentes graduadas de los allí presentes.

_ No lo sé, pero desde luego, estas extremidades así como las enseña Conchi, están expuestas a cualquier interpretación._ Sentenció Manuel, la consciencia de Manolo.

Es una mujer equilibrada, solo bebe agua mineral con barritas de ese choco chas; que no es ni cacao ni leches, solo sabe comprobar las calorías y eso sí, el agua fresca la bebe a litros, se debe llenar el estómago y cuando va al excusado todo lo que engorda lo pierde en el regadito._ Manolo informó cerrando sus ojos y secándose la frente.

_ Es una morena de tomo y lomo, que acredita tener treinta años._ Anunció Manuel, siguiendo con su tesis. _ Yo le echo algo más, pero qué… en lo visual no caben cifras, o estás cañón o eres sebo para gatos.



Cuerpo de Escipión, cabello corto, y recogido, ojos de pantera y cutis de gacela, viste y calza a la moda de la minúscula tela, o la llamada mini falda y cuasi jersey, sujetadores de cuenca de concha marina y tensores trasparentes para alzar el escrúpulo del sentido pectoral. Medias de caña alta, veraniegas para aumentar el perfilado de los muslos y redondeces de la pierna. Liguero de cabaretera, con flores y dibujos frescos. Se toca los pies con unas sandalias parecidas a las que le regaló Sansón a Dalila y nos contaron los escribanos de las Sagradas Escrituras. Su blusa transparente de lino blanco, calca al trasluz el fondo que tiene con medidas exactas, a poco que parpadees, la imaginas al detalle y titilas al avivarte. Escote “palabra de honor”, así le llaman, pero más bien parece, “peligro de alta tensión”, dejan traslucir el encanto en vatios de la sonata de Wagner con melodía de Harry Bellafonte. En el cuello pende una medalla de la Virgen del Rocío, que le queda entre la canalilla de los pechos en perpendicular al vacío entre dos depresiones o vertientes, asida con la cadenita que trenzada de oro juguetea y chisporrotea cada vez que el ardor la expulsa en su ardid de caminar.



Por qué será que los ojos siempre van a posarse donde está lo más encantador y lo bien bonito. _ Pensaron en este caso Manolo y Manuel, que son la misma entidad, solo que uno hace el papel en persona y el otro es el ente más puro del “otro yo”, escondido en cada cual.



En la mesa de al lado, se ubica Cheli, una rubita natural de estatura alta, con unos zapatos de tacón que mete miedo. Si se cae de ahí encima puede desatar la trigésima estratagema ecuménica. Cabello natural caído en la espalda, liso fino y unos ojos que no miran. Solo ven, parecen los semáforos de la Angelical, solo parpadean cuando sienten frío. Descote a la irlandesa, camisa sin mangas, sin espaldera y solo con dos sonrisas, aguanta el cuenco del sostén sujetador de las sobresalientes tetas. Femenino cien por cien, modelito espasmódico, no apto para los que padecen asma, ataques al núcleo del esfuerzo principal y los que están afectados de cataratas. Del cogote, se inclina una medalla de San Jonás, que debe estar más a disgusto que un condenado a galeras. “Mirarás pero no tocarás San Jonás”. Este Jonás, fue un profeta del antiguo testamento, dice la leyenda que sobrevivió varios días en la barriga de una ballena. Por eso el mencionado medallón, no hace más que saltar entre pecho y pecho y para descansar queda asido en la cuneta zanja, en la acequia de separación de las mamarias.

Su faldita roja es ancha como la bufanda que regaló la yaya de caperucita, a su nieta por navidad. De color y de diseño, la talla creo que es bastante más pequeña. Es como una solapa batiente, que intenta tapar algo, pero que no lo consigue, ya que siempre sabemos el color de sus prendas íntimas, lo que vulgarmente denominamos shorts.



_ Cada vez cuesta más mirarles a los ojos. No digamos por encima del estómago y en el escote de la blusa. Dudamos en colocar los ojos._ dijo Manolo a su cognitivo Manuel.

_ Hace poco decíamos, que los ojos iban a posarse en lo más atrayente. ¿Lo dices, por los escotes, que gastan?_ alegó Manuel.

_ Lo digo por las estampas y audacias abultadas que enseñan. ¿No saben que aquí se intenta trabajar algo?_ Arguyó Manolo y haciendo un gesto a su conciencia, le alertó para que prestara aún más escucha._ Observa; ahora llamará Don Matías a Conchi. Verás cómo actúa. Cada vez que suena el timbre del despacho del jefe, se levantan, se miran la barriguita, se tocan el flequillo, se abren un poco el escote y adentro caminando en balan sé.



_ ¿Se puede Don Matías? _ cantó Conchi, con agrado y sonriente a la vez que camina con ese salero tan gracioso. Zambombazo de caderas y pasitos ensayados.

_ Pase…pase Conchi, que voy a redactarle una carta._ Cerrándose la puerta tras de sus espaldas, _ mientras Cheli, atenta repasa la copia de seguridad diaria de los clientes. Sentada de frente a los demás técnicos del Departamento.

_ ¡Bueno, volvamos a la realidad! y trabajemos algo, que después, gritamos con gracia ¡A correr Nancy! No acabamos la labor en el horario de trabajo._ Manolo le dijo a Manuel, hasta luego, _ de forma subliminal y quedó en su mesa de despacho intentado aplicarse.



Las dos secretarias, salieron del despacho, muy simpáticas y agradables, ¿otro aumento? ¿Habrán conseguido objetivos del año y don Matías…? _ pensaron cada uno de los compañeros sin mediar palabra._ Las dos ayudantes charlaban entre ellas muy amigables, cuando en realidad no se pueden ver. ¡Se odian a muerte!



La sensación que dieron ayer mañana en la zona de descanso fue de tenerse mucha rabia y envidia contenida. Conchi, se había puesto una marinera del mismo color que Cheli y mucho más insinuante que su compañera. Ese detalle tan simple de coincidir en el color de la sayuela les hizo montar la trementina y la tuvieron cojonuda. Se dijeron de todo menos bonica.

¡Eso si lo tienen! No son nada rencorosas tocante a según qué temas, disimulan bien. A los pocos días; como si no hubiere pasado nada. Regresan a quererse hasta la muerte.

Apuntan al nombre de la perra, se acuerdan de quien las parió, pero al rato, se llaman cariño …amor, cielo y, se hacen jeribeques y cositas. ¡Estas trepas! No hay quien las entienda.

Se han sentado ambas en sus bufetes y se observan de reojo, están descuidadas y con ganas de pelear, veremos en qué queda y que festival celebramos hoy, el de “Europa sin son” o el de “Estriptis en el Data Center”.

Conchi ha bajado la guardia, separa y agrieta las piernas más allá de lo normal.

_ Esto es la ostia, vamos a ver Quo Vadis, como siga así. _ Pensó Manuel, que de pronto, le habló incumpliendo lo pactado a su análogo yo.

Manolo, no puede con las gafas, se las ajusta, está viendo el túnel del Cadí en formato 3D, es un film de Hitchcock de la ferretería de doña Gertrudis.

Benito, relame sus hocicos y codicia la melodía de los de Nicaragüenses Carlos Mejía Godoy y los de Palacaguina. El sulivello, son tus perfúmenles mujer

Que espectáculo ¡Dios! Se les dibuja el Collado de Toses, se ve hasta la garganta profunda del triángulo de Bermudas.

José Carlos, está tosiendo del apuro, sin apartar su mirada afilada, las damas, ambas consentidas y bregadas en labores de enseñanza de geografía corporal, les están viendo y, pensando que tontos son estos tíos. Que calientes están, como les dominamos, con tan solo este gesto de visto y no visto. Me abro y me cierro. Enciendo y apago. Un movimiento sexy de los del bayón del gato. ¡Cómo queramos! Piensan las dos con esa suficiencia que les da su postura y posición en el departamento. ¡Es verdad! ríen y gozan a la par que ellas mismas disfrutan del gran espectáculo.

Al pronto pillan a Manolo, que está comiéndosela con la vista muy descarado y Conchi pregunta mirándole a los ojos: _ ¡Manolo y tú que miras!, _ interpela con énfasis sin dejar de observar a su compañera por el rabillo del ojo.



_ Que deseas saber doña Conchi. ¡Exactamente! _ repuso con sosiego y sin apartar los ojos de aquel triángulo semi equilátero panorámico, que mostraba el dibujo de una fábrica de ambiciones y las mentiras de ciertas exageraciones que suele dar la elucubración desmedida._ Mientras su compañera Cheli, se desmelenaba en su pose y descontrola sus piernas, apartándolas para que el aire acondicionado lubrique la zona cero y la vista de los compañeros tropiece en el conjunto intimísimo del meridiano del Center.

_ Te pregunto Manolo, que estás mirando. ¡Tan descarado!

Manuel, el escondido, el otro yo, el imaginario, le aportó fuerzas y talento, para que el tan sumiso Manolo, el de carne y hueso, pudiese descararse con semejante pimpollo, pudiendo tener su minuto de gloria en aquel departamento de la seguridad de la información de aquella remilgada empresa, que para todo tenia protocolos y procedimientos, menos para el control sexy de sus empleadas.

_ Pues miro, ¡lo que enseñas! ¡Así de claro! Lo que tú quieres que te veamos. ¡Te miro el culito lindo! _ Repuso sin cortapisas y con impudicia varonil, manteniendo la vista bajo aquellos bufetes que mostraban aquellas ficciones hollywoodienses y que las dos señoras pretendían quedaran todos muertos del impacto, de asosiego, durante los largos instantes que duró la escena.

José Carlos había dejado de toser y entonces, le caía la baba, cual párvulo travieso al degustar por primera vez una porción de chocolate de almendras.

Benito que se había cambiado los anteojos de lejano por las de próximo, para no perder hilo en aquella refrescante situación, no se aturdió con las estampas extrasensoriales. Aunque hubiesen durado media hora, él, sin prisa y sin pausa hubiere seguido disfrutando de las escenas. Mejores en calidad y proximidad a las de la película de Instinto Básico.



_ Menos mal, señor Manolo, que eres sincero y no te cortas._ Adujo Cheli sonriente y complacida que estuviéramos viendo la entrepierna que ella mostraba, sin el mínimo pudor.

Tomó la palabra de nuevo Conchi y dijo muy graciosa_ Pensaba que ibas a negar que mirabas. No te pase como a Benito, que cada día se le cae el lápiz debajo de la mesa y se tira media hora buscándolo y mirándome los bajos y las piernas.

En aquel santiamén se abrió la puerta y salió enfurecido Don Matías ¡GRITANDO! como un desquiciado._ ¡Coño señoras! está bien que enseñen carne fresca en el despacho, pero tengan cuidado que a estos chicos les crece el balance, se les cuelan los virus, se les hincha la carótida, les cae el servidor Mainframe y se les olvida el Computar. Estamos en un departamento de seguridad, y ustedes siempre llevan el culo al aire. ¡Tápense ya! Y pónganle nuevas palabras claves a sus interioridades.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Molt bo el texte, m'ha agradat tan el Manolo / Manuel com el llenguatge. D'altra banda, no m'imagino la situació a la empresa tot i que segur que hi ha departaments on segur que es podria donar.
Martha F. M .

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