miércoles, 1 de diciembre de 2010

Comienza el mes de los Turrones


    Este mes de diciembre  es  el  típico  para otorgarnos  y desearnos felicidad y agasajarnos con esas máximas que siempre utilizamos. En brindarnos  los mejores "parabienes", como si únicamente se pudieran hacer estos deseos en este tiempo. Pues por mi parte queridos todos: Sabed que en mi caso, os deseo siempre lo mejor, lo más bonito, adecuado, precioso, encantador, el próximo mes y todos los que vengan precedidos. Dentro de ésta tónica, seguiré enviándoos las más efusivas felicitaciones y deseos de cariño, de paz, de fraternidad y en según que casos de dulzura. Por tanto quiero contaros una historia que viene a cuento. Ahora que la gente nos ponemos más tiernos, si cabe y parece que las contra indicaciones nos afectan más, nos llegan al alma directamente sin boleto de retorno, se quedan yaciendo y recalcitrando como si no quisieran abandonar el área doliente, o el recuerdo que nos ataja entre las callejas de nuestras entrañas........


Con tanta ilusión como se espera durante todo un año, con el excesivo precio que nos sale a todos la minuta de la cena en el Hotel, encima van y me ponen frente a un matrimonio de esos, que son de porcelana, esos que no estornudan ni expelen sonidos raros por el ano_ o sea que no se tiran pedos_ Él; …señor: Ex jefe de la oficina de la Caixa Banco Internacional. Ella señorona rebozada de silicona, no puede ni reír porque se le atasca la carita y se le queda con más curvas que la collada de Tosas. Mujer espectacular, la cual debe ser única, por sus pechos que son indesmallables y con más arco que el de Agustina de Aragón. …Aquello de creerse haber nacido por otro sector del cuerpo de su madre. _Como no haya sido por los poros del anodino, no se entiende que sean tan estirados_

Se han sentado de medio lado, como el baile del pasodoble, se encuentran molestos, solo se apoyan en la silla con uno de los glúteos, pobrecillos, no están acostumbrados a relacionarse con gente llana. ¡Qué pena!

Debo ser un tipo exclusivo. No me da apuro nada, o mejor dicho…pocas cosas, mi sentido del ridículo es nómada y ahora está de vacaciones en la Quebrada. Rápido entablo conversación con ellos. Del tipo rancio paso, pero a ella le dedico mi mejor sonrisa y ella la retorna, con miedo que la vea el sin substancia del acompañante.

Debe ser muy difícil para estas personalidades, poder soportar con tanta educación, la presencia de la gente sencilla, de los asalariados, de los frívolos, de los graciosos, que martirio que ellos mismos sintonicen con nosotros, los que explicamos chistes y reímos a mandíbula batiente, ellos que sectorizan las compañías, incluyendo las que se saben han de ser pasajeras, una casualidad, por una cena, por un festejo Navideño, un encuentro fortuito.

Imagino deben ser personas, a las que el mero hecho de cruzar palabras con los que no pasamos por los estiramientos de piel, los liftings, o los que no llevamos los labios rellenos de bolitas de plástico, les debe originar un pesar profundo incluyendo la vergüenza que sufren, si se supieran oteados por personas de su rango que pudieran pensar que están compartiendo mesa y mantel con unos descamisados, que se duchan todos los días con jabón Lagarto y se ponen desodorante marca: Eau de sobak y colonia de limón.,


A mí siempre me había parecido que todos somos semejantes, que tenemos defectos inalienables, lacras muy parecidas y que nos sentamos de la misma manera para hacer nuestras necesidades fisiológicas. Todos y cada uno de nosotros hemos nacido por idéntico pasillo.

Sin embargo, las personas somos distintas, reconozco que los hay ineducados, intratables y cuando el destino te pone en ciertas tesituras, hemos de saber estar, ser educados y no sólo eso ser humanos.
Creo que nos da más vergüenza verles la cara de pesadumbre, por cómo nos miran, perdonándonos la vida, creyendo que ellos son la flor y nata, la esencia del almíbar. Ante semejantes infelices, sólo podemos aguantar y ser más educados que ellos, ya que su única virtud en este mundo es simplemente haber nacido suculentos, que no educados y honrosos.

Nos quedamos con ganas de mandarles al miércoles.

Todos ellos tienen hijos como nosotros, hipotecas, pecados, secretos y penas, las alegrías, quizás sean más escuetas, porque como lo tienen todo, es difícil contentarse con tan mínima cosita. Además si ríen abiertamente se les marcan las arruguitas y eso no es moderno.
En cuanto hacen el esfuerzo y mantienen la paciencia de escuchar a los naturales hablar dos frases, se percatan que son ellos los que adolecen de las normas más básicas y eso les enfurece tanto que no saben salir del atolladero.
La propia interferencia les da alas y tragan saliva como pueden, todo lo que a su alrededor se entabla: Arte, normas de conducta, política, anécdotas de la propia existencia, recuerdos, añoranzas.
Notan que esa naturalidad nace de la sencillez, de esa felicidad que se lleva cuando eres dueño de tus miserias y sabes hasta dónde llegas, que no hay nada fingido, que todo es real, auténtico y se dan cuenta, que poseemos un cerebro y que coordinamos palabras e inclusive que nos hacemos entender y además cosas que nos pasan a nosotros a ellos también les ocurren, se ven reflejados, porque les ha pasado lo mismo y del mismo modo.

Con lo que no contaban es con que, se les subiera el Cava y el vinito a la cabeza, porque una vez en molienda, les aseguro que son lo mismo de penitentes que los demás. Una vez, se les ha roto ese velo de su “categoría “, una vez se les traba la lengua por el alcohol y hablan por los codos, les vemos que sienten y sufren como el resto de los pobladores, que son tan infinitos como el que más. Dejan de presumir de la marca de sus coches, de sus diseñadores y de los calzoncillos de Hermenegildo Zegna, para pasar a disfrutar de los resortes de la Navidad, de los abrazos y de los bailes trabados como cualquier persona.

Feliz Navidad, inclusive para los irracionales.





       Desde este punto, ya no escribo más....  sería demasiado aburrir al público con mis noticias o pensamientos. Gracias a Todos por leerme tan apasionadamente.


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