lunes, 23 de junio de 2014

San Juan 2014 ¡Felicidades!




 Como es normal, y tantas veces comentado. El tiempo, no se detiene. ¡De nuevo San Juan!  Ya volvemos a estar en la festividad del verano por excelencia: San Juan, el próximo martes 24 de junio del año 2014, y en esta ocasión no va a ser menos que; nos acordemos de todos los llamados Juan y Juana, Johana, Joan, Jean, ¡en fin! todos los reconocidos, bautizados y designados por este significativo e íntimo nombre.
Con ello, les envío a ¡todos! mi abrazo y mi felicitación, deseando que lo disfruten desbordados de salud y bienestar, y el año próximo podamos seguir encontrando este rincón de pláceme, con los llamados como el Bautista.

Se tenía creído en la antigüedad, por nuestros antepasados, que el sol estaba enamorado de la tierra y se empeñaba en no abandonarla. De ahí surgió el celebrar la última noche de la primavera o primera del verano, alrededor del 24 de junio, por ser la más corta del año según se mire. A todas estas creencias y supersticiones, se añadían las del ahuyento de los malos espíritus y la atracción de los lémures buenos, de los positivos, que no eran otros que los que atraían al amor, el sexo, abundancia y la fertilidad.

Ha pervivido esta tradición por ende los tiempos_. Desde el Homo Sapiens, aproximadamente desde que se descubrió el fuego. Unos Setecientos noventa mil años_. Al llegar el Cristianismo, esta noche citada, se mantuvo con sus celebraciones y aquelarres pero perdió el encanto mágico, consiguiendo otros significados.



Aquellos jóvenes se habían visto tan solo en los veranos pretéritos, cuando ella Johana, visitaba a sus padres en la urbanización donde residían a temporadas, llegaba desde su ciudad de estudios, donde estaba instalada desde comienzos de su preparación estudiantil en la Universidad. Una moza de buen ver y muy simpática que solía mirar con descaro a los ojos y que desprendía un encanto subliminal exquisito. Estudiante de antropología y muy aplicada, quedó ensimismada, ya en tiempos por la presencia de aquel muchacho Juan Ramón, ayudante y secretario de su padre en los veranos, con el que había pasado buenos ratos en el desván de la casa, en el que fue tomada, seducida y amada por el muchacho a petición de la hija del Juez. Detalles que el empleado de su padre hacía placenteramente a la vez que usaba sus arranques para ganarse unos dineros y poder ayudarse en su carrera de medicina la cual estaba cursando en aquel tiempo en la ciudad de Badajoz.

Los años habían transcurrido, dejando las huellas pertinentes en las personas, ellos no fueron menos. Él pudo acabar con éxito sus estudios graduándose con muchas ventajas por su valía, obteniendo el doctorado más tarde, en aquello que era su ilusión. Sanador de humanos. Cirujano en Toledo.
Ella, no fue menos y pudo finalizar su preparación a pesar de haber tropezado en mitad de ella, con un amigo y después otro, que la llevó por derroteros insospechados para ella y su familia y que la tuvieron sumida en la depresión durante años. Hasta que a la postre y por recomendación de su padre, consiguió plaza de antropóloga en un Instituto Psiquiátrico de Sant Boi, cerca de Barcelona.

Las tradiciones no se cambian. Los festejos relevantes quedan perennes en los recuerdos e imaginaciones y una fuerza atrayente les llevó aquel año a la Urbanización de Las Brevas de Don Juan, donde tantas veces habían celebrado la noche del solsticio de verano y disfrutaron de la quema de la hoguera, la detonación de petardos y las miradas furtivas pendientes de definición, mientras degustaban aquellas pastas tan deliciosas, las famosas cocas de San Juan.

En aquel complejo de viviendas veraniegas, se reunían tras de la hoguera, todos los habitantes, transeúntes, vecinos y demás personas a celebrar la famosa noche del fuego, con todos los misterios que ofrecía el fuego y la magia.
Aquella precisa franja, de las Brevas de Don Juan, Heredad de un señor feudal. Don Juan de Benviure y Grosello, que venido a menos en sus negocios turbios y por tantas deudas y entresijos de su vida, quedó en el crepúsculo de la ruina.
Delimitando toda propiedad en manos de sus acreedores, pinares, cuadras y todo su inmueble, el latifundio y los terrenos del complejo para parcelar y formar un nuevo barrio dentro del gran enclave, próximo a la ciudad.

Esa efemérides y otros acontecimientos místicos, acaecidos en aquella noche de calor tradicional y de fantasmas, hacían que la gente volviera al recinto por si se repetían aquellas prácticas inexplicables que inspiraron  todo el enigma oculto de hacía unos años y que todos probaban a repetir por si se volviera a cumplir aquella especie de maldición.

Tanto Johana como Juan Ramón, aquella verbena habían coincidido en el lugar de la gran fogata, donde se disparaban los petardos y donde los apasionados creían ver consumiéndose entre las llamas del fuego a sus ilusiones y sus anhelos.
Ellos dos estaban acostumbrados a yacer, a tocarse y a dormir muy juntos en la misma cama, pero como por arte de “Birlí Birloque”, no hubo necesidad de trámites entre ellos, y la atracción sexual estuvo presente de nuevo entre las llamas, los calores y las vertiginosas erecciones y aguijonazos sensuales.

Entre risas, recuerdos, ilusiones, coletillas y deseos llegaron a preparar cada uno de ellos una exigencia, un reto con el misterio. Proponiendo dos ritos populares y ancestrales llevados a cabo en aquella zona. Necesitaban vivir aquel enigma desde sus personas, y desde sus conocimientos cristianos.

Cada uno de ellos, previsiblemente valientes y jóvenes que retornaban al lugar, elegía un juego, antes de disfrutar de una madrugada de sexo pactada. Un culto diferente y el destino les dejarían secuelas o los inhibiría.
Debían ser relativos a los que aquel hacendado de Don Juan, proponía en sus legajos. Derivados de las hogueras o de las figas aludidas en su apelativo, que eran lo que a la postre le dio fama a su estirpe.

Johana, adoptó el rito de las tres brevas. Que consistía colocar un higo sin pelar, uno a medio pelar y otro totalmente pelado bajo la cama, si al día siguiente no estuviera  el que no está pelado_ decía la tradición y los brujos_ tendrás mucha suerte en el amor. Si emigra el de, a medio pelar tendrás algunos problemas monetarios y si desaparece el que está totalmente pelado tendrás una vida completa de salud y mucho sexo. Según decían las fantasía popular.
Por su parte Juan Ramón, el médico cirujano de hospital Central, quiso saber si con él, se cumplía el rito de instruirse a tantear un instrumento, tan solo por dormir bajo de una higuera.

Dicen los nonagenarios del barrio que en la noche de San Juan se puede aprender a tocar la guitarra perfectamente. Solo debes colocarte bajo la higuera de la Heredad de las Brevas con una guitarra y justo a las doce de la noche alguien desconocido pone tus manos en las cuerdas y por arte de magia empiezas a tocarla divinamente

Ambos se pusieron manos a la obra y ella desapareció para ir después del encuentro a dormir en su lecho, habiendo colocado bajo de su cama, las tres piezas de los higos, en diferente estado: entera, a medio mondar y pelada.
Juan Ramón, antes de las doce de aquella noche, se situó bajo una higuera, portando una guitarra, una botella de ron y una borrachera galopante. Donde solo, en completa solemnidad esperaba el prodigio

En la madrugada, Juan Ramón se acercó temblando de miedo a la casa, donde yacía desnuda Johana, que esperándole despierta tiritaba de frio en una noche tan calurosa. Juan Ramón no tuvo necesidad de preguntarle cual había sido el higo que había permanecido bajo de su cama, puesto que un charco de sangre, cubría parte del suelo, haciendo una especie de balsa. Ni ella, antes de perder el conocimiento pudo sonsacar detalles, al advertir los dedos amputados al médico.






1 comentarios:

Anónimo dijo...

UNA HISTORIA MUY BONITA. NIKITTA.

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