Como es normal, y
tantas veces comentado. El tiempo, no se detiene. ¡De nuevo San Juan! Ya
volvemos a estar en la festividad del verano por excelencia: San Juan, el próximo
martes 24 de junio del año 2014, y en esta ocasión no va a ser menos que; nos
acordemos de todos los llamados Juan y Juana, Johana, Joan, Jean, ¡en fin!
todos los reconocidos, bautizados y designados por este significativo e íntimo
nombre.
Con ello, les envío
a ¡todos! mi abrazo y mi felicitación, deseando que lo disfruten desbordados de
salud y bienestar, y el año próximo podamos seguir encontrando este rincón de
pláceme, con los llamados como el Bautista.
Se tenía creído en
la antigüedad, por nuestros antepasados, que el sol estaba enamorado de la
tierra y se empeñaba en no abandonarla. De ahí surgió el celebrar la última
noche de la primavera o primera del verano, alrededor del 24 de junio, por ser
la más corta del año según se mire. A todas estas creencias y supersticiones,
se añadían las del ahuyento de los malos espíritus y la atracción de los
lémures buenos, de los positivos, que no eran otros que los que atraían al
amor, el sexo, abundancia y la fertilidad.
Ha pervivido esta
tradición por ende los tiempos_. Desde el Homo Sapiens, aproximadamente desde
que se descubrió el fuego. Unos Setecientos noventa mil años_. Al llegar el
Cristianismo, esta noche citada, se mantuvo con sus celebraciones y aquelarres
pero perdió el encanto mágico, consiguiendo otros significados.
Aquellos
jóvenes se habían visto tan solo en los veranos pretéritos, cuando ella Johana,
visitaba a sus padres en la urbanización donde residían a temporadas, llegaba
desde su ciudad de estudios, donde estaba instalada desde comienzos de su
preparación estudiantil en la Universidad. Una moza de buen ver y muy simpática
que solía mirar con descaro a los ojos y que desprendía un encanto subliminal
exquisito. Estudiante de antropología y muy aplicada, quedó ensimismada, ya en
tiempos por la presencia de aquel muchacho Juan Ramón, ayudante y secretario de
su padre en los veranos, con el que había pasado buenos ratos en el desván de la
casa, en el que fue tomada, seducida y amada por el muchacho a petición de la
hija del Juez. Detalles que el empleado de su padre hacía placenteramente a la
vez que usaba sus arranques para ganarse unos dineros y poder ayudarse en su
carrera de medicina la cual estaba cursando en aquel tiempo en la ciudad de
Badajoz.
Los
años habían transcurrido, dejando las huellas pertinentes en las personas,
ellos no fueron menos. Él pudo acabar con éxito sus estudios graduándose con
muchas ventajas por su valía, obteniendo el doctorado más tarde, en aquello que
era su ilusión. Sanador de humanos. Cirujano en Toledo.
Ella,
no fue menos y pudo finalizar su preparación a pesar de haber tropezado en
mitad de ella, con un amigo y después otro, que la llevó por derroteros insospechados
para ella y su familia y que la tuvieron sumida en la depresión durante años.
Hasta que a la postre y por recomendación de su padre, consiguió plaza de
antropóloga en un Instituto Psiquiátrico de Sant Boi, cerca de Barcelona.
Las
tradiciones no se cambian. Los festejos relevantes quedan perennes en los
recuerdos e imaginaciones y una fuerza atrayente les llevó aquel año a la
Urbanización de Las Brevas de Don Juan, donde tantas veces habían celebrado la
noche del solsticio de verano y disfrutaron de la quema de la hoguera, la
detonación de petardos y las miradas furtivas pendientes de definición,
mientras degustaban aquellas pastas tan deliciosas, las famosas cocas de San
Juan.
En
aquel complejo de viviendas veraniegas, se reunían tras de la hoguera, todos
los habitantes, transeúntes, vecinos y demás personas a celebrar la famosa
noche del fuego, con todos los misterios que ofrecía el fuego y la magia.
Aquella
precisa franja, de las Brevas de Don Juan, Heredad de un señor feudal. Don Juan
de Benviure y Grosello, que venido a menos en sus negocios turbios y por tantas
deudas y entresijos de su vida, quedó en el crepúsculo de la ruina.
Delimitando
toda propiedad en manos de sus acreedores, pinares, cuadras y todo su inmueble,
el latifundio y los terrenos del complejo para parcelar y formar un nuevo
barrio dentro del gran enclave, próximo a la ciudad.
Esa
efemérides y otros acontecimientos místicos, acaecidos en aquella noche de
calor tradicional y de fantasmas, hacían que la gente volviera al recinto por
si se repetían aquellas prácticas inexplicables que inspiraron todo el enigma oculto de hacía unos años y que
todos probaban a repetir por si se volviera a cumplir aquella especie de maldición.
Tanto
Johana como Juan Ramón, aquella verbena habían coincidido en el lugar de la
gran fogata, donde se disparaban los petardos y donde los apasionados creían
ver consumiéndose entre las llamas del fuego a sus ilusiones y sus anhelos.
Ellos
dos estaban acostumbrados a yacer, a tocarse y a dormir muy juntos en la misma
cama, pero como por arte de “Birlí Birloque”, no hubo necesidad de trámites
entre ellos, y la atracción sexual estuvo presente de nuevo entre las llamas,
los calores y las vertiginosas erecciones y aguijonazos sensuales.
Entre
risas, recuerdos, ilusiones, coletillas y deseos llegaron a preparar cada uno
de ellos una exigencia, un reto con el misterio. Proponiendo dos ritos
populares y ancestrales llevados a cabo en aquella zona. Necesitaban vivir
aquel enigma desde sus personas, y desde sus conocimientos cristianos.
Cada
uno de ellos, previsiblemente valientes y jóvenes que retornaban al lugar, elegía
un juego, antes de disfrutar de una madrugada de sexo pactada. Un culto
diferente y el destino les dejarían secuelas o los inhibiría.
Debían
ser relativos a los que aquel hacendado de Don Juan, proponía en sus legajos.
Derivados de las hogueras o de las figas aludidas en su apelativo, que eran lo
que a la postre le dio fama a su estirpe.
Johana,
adoptó el rito de las tres brevas. Que consistía colocar un higo sin pelar, uno
a medio pelar y otro totalmente pelado bajo la cama, si al día siguiente no
estuviera el que no está pelado_ decía
la tradición y los brujos_ tendrás mucha suerte en el amor. Si emigra el de, a
medio pelar tendrás algunos problemas monetarios y si desaparece el que está
totalmente pelado tendrás una vida completa de salud y mucho sexo. Según decían
las fantasía popular.
Por su
parte Juan Ramón, el médico cirujano de hospital Central, quiso saber si con
él, se cumplía el rito de instruirse a tantear un instrumento, tan solo por
dormir bajo de una higuera.
Dicen los nonagenarios del barrio que en la noche de San Juan se puede aprender a tocar la guitarra perfectamente. Solo debes colocarte bajo la higuera de la Heredad de las Brevas con una guitarra y justo a las doce de la noche alguien desconocido pone tus manos en las cuerdas y por arte de magia empiezas a tocarla divinamente
Dicen los nonagenarios del barrio que en la noche de San Juan se puede aprender a tocar la guitarra perfectamente. Solo debes colocarte bajo la higuera de la Heredad de las Brevas con una guitarra y justo a las doce de la noche alguien desconocido pone tus manos en las cuerdas y por arte de magia empiezas a tocarla divinamente
Ambos
se pusieron manos a la obra y ella desapareció para ir después del encuentro a
dormir en su lecho, habiendo colocado bajo de su cama, las tres piezas de los
higos, en diferente estado: entera, a medio mondar y pelada.
Juan
Ramón, antes de las doce de aquella noche, se situó bajo una higuera, portando
una guitarra, una botella de ron y una borrachera galopante. Donde solo, en
completa solemnidad esperaba el prodigio
En la
madrugada, Juan Ramón se acercó temblando de miedo a la casa, donde yacía
desnuda Johana, que esperándole despierta tiritaba de frio en una noche tan calurosa.
Juan Ramón no tuvo necesidad de preguntarle cual había sido el higo que había
permanecido bajo de su cama, puesto que un charco de sangre, cubría parte del
suelo, haciendo una especie de balsa. Ni ella, antes de perder el conocimiento
pudo sonsacar detalles, al advertir los dedos amputados al médico.
1 comentarios:
UNA HISTORIA MUY BONITA. NIKITTA.
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