miércoles, 9 de abril de 2014

El Water Cósmico_ Quítatelas_


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Ángel levantó su teléfono marcando el numero de su chica, Demetria, que en España está esperando solución a todos los frentes que tiene abiertos y que espera que su novio le informe, a la vez que ella le pueda poner al corriente antes de que su padre Natalio, llegue a la plaza donde están los tres vendedores y sepa por donde han derivado las situaciones personales entre ella y su prometido.

Aquel teléfono parecía se hacía de esperar cuando al sexto tono, se levantó el auricular en la otra punta del mundo.

_ ¡Dime que eres tú Ángel! Corazón
_ ¡Claro que soy yo!, ¿Quién podría llamarte desde mi teléfono celular? Como estás guapa, que te cuentas de bueno.
_ Estamos muy bien, el tiempo fabuloso, llevas pocos días fuera de casa y te hecho tanto a faltar, que ni te lo puedes llegar a imaginar. Mi embarazo continúa su curso y espero tu llegada en cuanto puedas, porque los preparativos de nuestro enlace los tenemos aquí_. Expresó Demetria, sin parar.

_ Por aquí, aun resistiendo, los rigores del cambio de horas, pero poco a poco se va admitiendo y el cuerpo, lo va aceptando. También tengo ganas de volver a casa, y encontrarme contigo que es lo que me importa.

_ Bueno Ángel_ le interrumpió Demetria_, sabrás que mi padre ha levantado todo el veto que había puesto en la cuenta del Santander. Se entrevistó con Don Justo Pecezuelo, director de la sucursal del Banco en Zaragoza y sorprendentemente cambió de forma de ver las cosas. Quedando sin prescripciones en la cuenta que tenemos a nombre de los dos, ya que no podía ser de otra manera. Hable con él, con papá y le conté todo aquello por lo que necesitabas dinero efectivo y la ¡verdad!, se quedó muy parado pero, no le pareció nada descabellado, y accedió a la petición que le hice. Sin perder demasiado tiempo fue a hablar con el director del banco, quedando desbloqueadas las operaciones que se den en el futuro y es más, te diré, creo que le ha ingresado una muy buena inyección de efectivo.
¡Ahora bien!, te verá pero te interrogará por lo que debes tener bien estudiada y preparada tu respuesta. ¡Sabes que mentiras no! ¡Cuéntale la pura realidad! Sin miedo.
_ ¿Demetria, tu confías en mí? _ Le preguntó con simpatía Ángel de la Rosa, esperando la respuesta consabida que iba a recibir.
_ Si quieres te repito los motivos y la tesis de lo que tengo pensado en el negocio, y no es otro que como te comenté, creo no hace tantos días. En poco tiempo el norte de Chile se convertirá en el primordial fabricante de fuerza combinada, ya que en esa latitud, es donde se produce la radiación solar más alta a nivel mundial.

En el cielo existe un manto de aire con una multiplicidad magnánima de naturalezas. Estos atenúan la radiación solar. En el desierto de Chile se dan condiciones muy específicas y respaldadas, tales como la no existencia de nubosidad, ni relente estimable_. Siguió argumentando, a su novia, como si estuviese frente a su suegro_. Los cielos más nítidos del mundo y ello hace que llegue mucha radiación a la superficie. Mi proyecto radica en plantear un mapa del territorio completo con el fin de establecer datos fiables, para entregarlos a los inversionistas y se dispongan a utilizar sus millones de dólares en acciones para desarrollar por completo el gigante proyecto. Empresas tecnológicas del mundo, apostaran por los nuevos métodos, que en corto espacio de tiempo, además de reservar el medio ambiente, evitaría subidas excesivas en las facturas de la luz, de todos sus derivados que no son moco de pavo.

Demetria interrumpió a Ángel, excusando y haciéndole saber que ya se lo había explicado con pelos y señales que no era a ella, a quien debía convencer, era a su padre, a Natalio Rupérez, el que debía escucharle sus alegatos, con esa fuerza y vigor con que Ángel los manifestaba y con la pujanza de su positividad que no era más que el convencimiento, tras una serie de estudios y de prospecciones a las que ya estaba acostumbrado a escudriñar desde hacia tiempo, con los mejores colaboradores de su promoción universitaria.

En otro punto de la geografía, Costa Rica, las monjas estaban entusiasmadas con las reformas que iban a desarrollarse en el Convento. La madre Marianela  de las Vírgenes Puras, le había llamado por teléfono no hacia demasiadas fechas y sería la primera cita demostración con el wáter cósmico de la zona.

Lo tenían todo preparado para que Javier recién recalado en el país y ya con sus elementos y accesorios sanitarios les hiciera la demostración.
Los componentes ya habían llegado desde el aeropuerto hasta la Congregación del Convento de las Hermanas Trinitarias en el centro de la capital, San José.
Motivos claros por los que debían adquirir las nuevas tecnologías, en cuanto a la higiene y pulcritud. Las monjas les daban instrucción de toda índole a las aborígenes, educación sobre higiene íntima, para previsión de enfermedades venéreas, cuidado alterno de la mujer, aseo diario y atención de sus cuerpos.

Aquella mañana Javier Martos Díaz, representante del wáter cósmico tenía previsto su exposición, una vez sabía de antemano que los artilugios ya estaban instalados por los operarios fontaneros, en las dependencias del Convento. Sin preámbulo partir hacia esa dirección y comenzar  con los primeros empalmes para pasar definitivamente a la práctica. Antes se había asegurado de que todo estuviese en su lugar. Había informado a Natalio, su jefe que viajaba entonces hacia Tacna y a sus acompañantes los alemanes Jürgen Otto y su esposa  Angüela Kronen Muller Ruiz, por teléfono, para comenzar a llenar esa hoja de trabajo tan requerida por las empresas alemanas.
Recordó a sus colegas que uno de ellos en Nicaragua estaría haciendo lo propio para comenzar su labor su gran amigo Manolo García de la Serrana y en Tacna, ciudad de Chile a su inseparable Ángel de la Rosa, que a modo de inicio les había enviado mensaje para participarles su comienzo.



No se olvido tampoco de avisar para que asistiera al joven que viajó con él desde España para ocupar aquella plaza de agregado cultural de Arte y de Historia en San José, Ariel Petrowsky, un estudioso nacido en Alcañiz, que procedía de la Universidad de Teruel que le habían encargado la gestión del conocimiento y la distribución de los intereses de los Castillos de Aragón y publicitar la vida en la Edad media entre Europa y América. Aquel hombre nada vivido, sin experiencias de faldas, que se había quedado extasiado entre las piernas de la monja y de la modelo en su viaje hacia Costa Rica.
Había recalado en la ciudad para sustituir al Agregado Cultural y comenzar su trabajo como profesor de las nuevas generaciones de maestros especialistas en temas hispanos. Ariel, ya hacía días había fondeado en uno de los apartamentos de un colegio mayor, y se relacionaba de momento poco con sus colegas, por lo cual, vio una salida de distracción en la llamada que le hizo Javier, para que fuera también a la demostración, del wáter cósmico y así saludar de nuevo a la monjita, que aún estaba de buen ver y posiblemente conociera mas detalles para ir integrándose paulatinamente en aquella sociedad, que le tendría que soportar por más de año y medio, como poco.

Todo estaba preparado y Javier se dirigía a la Calle Cruz Roja detrás del Ministerio de Salud, de la capital del país de los Ticos, que es donde se encontraba el lugar exacto de la demostración. A su llegada en uno de los taxis de la compañía Escazu, nadie le esperaba en la puerta, sin embargo al descender y abonar su tarifa, le fueron a recoger unos enviados de Sor Marianela.  Una religiosa que aun estaba por tomar los hábitos, de estatura alta y de tez extremadamente morena, la que con su sonrisa abierta demostraba una dentadura de lo más cuidada e uniforme, la que se le acercó a Javier y le recogió el poco equipaje que portaba.

_ Usted debe ser el señor Javier Martos Díaz, español de pro y destacado vendedor de la empresa Schissen Lecker, la conocida firma de nombre llamativo y desenvuelto, ¡Defecar Gustoso!, en el idioma de Cervantes_. Alargándole la mano derecha pronunció con brío_.  ¡Encantada!

_ ¡Sí! Soy Javier y en realidad no esperaba un recibimiento mas franco, que el que estoy disfrutando. ¿Tú eres? ¡Permíteme que te tutee! ¡Por Dios!, eres tan joven que no sabría tratarte de otro modo_ remató de golpe su charla Javier mirándose a la monjita desde la cogulla de su cabeza hasta el borceguí azulado que tenia sobrepuesto entre el canto de la acera y el bordillo de uno de los árboles públicos.

_ Soy la aspirante a monja, la futura madre Remedios. Espero haya tenido buen viaje y nos haga una extensa demostración, para el bien de nuestra Congregación. La madre Marianela, la española, nos ha hablado mucho de ti, que fuiste una persona maravillosa y muy tratable en el viaje desde España. ¡Sí! puedes llamarme como quieras, nosotras normalmente ahora, tuteamos a todo el mundo, y más a los viejecitos que cuidamos, los que con esa forma de transmitir, creo que les llegamos más y nos hacemos más cariñosas y menos distantes_ Pero, no te entretengo más, pasa al recinto, que saludarás a todas las personas que han venido a esta presentación.

Dirigiéndole delante de él, le proponía el camino para que entrase dentro del recinto del convento. A la vez que le mostraba su perímetro, el contorno de la monja aspirante, que dentro de ese hábito azul claro, se veía el cuerpo de una mujer de metro setenta, con un tipazo de excepción y que caminaba, más o menos como la Claudia Shifer en uno de los desfiles de bañadores en la pasarela del Hilton.

Al entrar la madre Marianela, vestida de calle, le recibió con un par de besos infantiles, que lanzó tocando brevemente su mejilla y lanzándolos al aire, a pesar de que con su mano izquierda que quedaba fuera del foco de los presentes, le hizo una especie de apretadilla, que la sintió cerca de su cintura, más bien tirando abajo y entre quiero y no te escucho nada. Le participó un mensaje corto. Luego al final nos vemos y charlamos.
Ella con mucho tacto y más escrupulosidad presentó a Javier al señor cura Don Timoteo Massana, confesor de las religiosas y párroco de aquella barriada, que ocupaba aquel lugar con interés, sin perderse detalle ante tan franca explicación de lo que es un después de salir del excusado,  ávido por ver como se hacía la demostración de un exclusivo wáter, en el culo de quien sea el conejito de indias, con la certidumbre que no necesitaba ni papel higiénico para limpiarse el culito, ni entrar en el bidet, caso de las señoras para lavarse el velloso tras orinar. Además de la desinfección que proporciona tras ese cometido que no es otro que el de ir a excretar.

_ Hola padre, que tal está usted_ le replicó sin más Javier, estrechándole la mano y notando que no era un cura de fiar, por la poca contusión que le presentó en su extremidad izquierda, al blandirle la mano con menos fuerza que el pedo de un gato y por no mirarle directo a los ojos, el mosén prefirió observar que es lo que rodeaba al vendedor y hacerse un cálculo más suelto del comercial.

_ Ave María Purísima_ contestó el cura Timoteo_, bienvenido a la casa del Señor, espero nos haga una demostración cándida, y no nos traiga al demonio lascivo a nuestros retretes, que hasta ahora han sido confesores de ruidos y de latidos muchos, y que han quedado discreto como en confesionario habitual

_ No se preocupe usted padre, esto solo sirve para limpiarse el culo después de hacer sus necesidades. ¡Sin más! El querer ver al demonio entre estos equipos higiénicos es negarse a la realidad. No creo que sea tan pulcro ese demonio, cuando a cada instante el jabón y las colonias entran a refrescarte el ano, y a dejarte mas ancho que una pradera, después de haber sacado todo aquello que le sobra al cuerpo. Además tengo entendido que los demonios no van al lavabo jamás. Todo se le quema en el cuerpo_ riendo acabó la frase Javier, yendo a abrazar a Ariel, que estaba al otro lado de la sala esperando ser reconocido por aquel gracioso mercader.

Ariel Petrowsky, el licenciado en historia, estaba sonriente y más al ver que se le acercaba Javier, aquel simpático fresco que le había proporcionado en el viaje hacia América, tan buenos ratos y tantas apreturas sensuales, cuando se dirigía con palabra o gesto a los beneficios de la escultura de la monja malagueña, la madre Marianela y a los finos cueros y los pechos prietos de la guapísima Elvira.

_ Hola Ariel, que gusto verte_ Sinceramente habló Javier

_ Lo mismo te digo. Te he echado tanto en falta, en estos pocos días que llevo aquí. He estado tentado en llamarte, pero no me atreví. Sabía que estabas con Elvira y me imaginé, que no tendríais tiempo para tomar un café.

_ ¡Venga! ¡Di solo la verdad profesor! Querías saber de Elvira y nada más. De mí ni agua_ respondió Javier riendo con gracia.

_ ¿Dónde está Elvira? ¿¡Va camino de Cartago!? Al festival de ¿Womens Signos Incites?_ Preguntó con insistencia Ariel, relamiéndose disimuladamente los labios, como si la estuviera besando en una butaca de un cine barato.

_ ¡Sí! Pasó la primera noche conmigo, en mi apartamento de Coronado. Ya sabes, el que alquilé mientras estuviera en Costa Rica, y llamó a Cartago a los diseñadores y promotores, que llegaba un día tarde, por aquello del viaje, no había forma de llegar a tiempo, dado el horario del aterrizaje y a la mañana siguiente después de hablar con su familia en Badalona, partió camino de la ciudad del evento.


En el hall del convento, había otras personas, las cuales estaban invitadas por los organizadores religiosos, tal y como María Cinta, una señora altiva y guapetona que sería la que se prestara a hacer de conejita de Indias en la demostración. Bajarse las bragas y acomodarse en las porcelanas y quedarse entre las bambalinas del wáter cósmico.
Un caballero, algo mayor Severiano, que había previsto el mismo cometido. Este, en lugar de hacer su ensayo desde un wáter mural de pared, por el volumen de su estómago, necesitaba sentarse cada vez que iba al escusado y haría el ejercicio completo. Bajándose los pantalones, quitándose los calzoncillos, y realizando todo el ensayo, como si estuviera solo, en la despoblado de los apretados caladores.

Además del Vicario general del Obispo, un representante de la Comunidad de las Vírgenes Puras, el presidente de los alumnos del colegio del barrio y un par de industriales, los que en definitiva serían los instaladores de toda la parafernalia que se necesita para la ubicación de los equipos en las habitaciones de los hoteles, salas de fiesta, cines, aparcaderos, comercios y grandes superficies, y en cualquier lugar donde quisiese poseer un wáter cósmico.
El administrador de la orden, Don Prudencio, un caballero regordete, que de tan vergonzoso, no sabías si hablaba o gemía, dicharachero y ramplón, expectante y necesariamente escrupuloso a la hora del ahorro, encargado además de los jardines y de las reparaciones de mantenimiento del convento.

La hermana Superiora de la Orden, Doña Paloma Pérez de Borrachero, una monja con un labio velloso de días, no demasiado mayor, en la cincuentena, oronda pero flamenca, muy sería escondiendo toda la pena de haberse perdido lo mejor de la sus noches tras aquellos votos a los que fue sometida por su padre, al negarle se casara con un pastor de su ciudad. Una mujer comprensiva y falta de todo el cariño mundano, a la espera de cualquier gesto de candor. La aspirante a monja, la futura madre Remedios, la que había recibido al vendedor Javier y las cuatro novicias del centro, las que en poco menos de un año, si no desertaban por motivos mundanos, serían ordenadas monjas de las Vírgenes Puras.
Montserrat, Purificación, Manuela, y Domitila. Cuatro jóvenes guapas entradas en los treinta años y con cara de presentar batalla Eclesiástica, que se preparaban para ser destinadas a cualquier parte del mundo, donde se necesitaran sus auxilios. 

Una gran sala a modo de lavabos amplios estaba dispuesta, con sus espejos, sus anaqueles y sus toallas, cintas de secado y espejos amplios a modo de estar sobre un escenario, desde donde todo se pudiera divisar sin el menor de los conflictos de imagen, ningún impedimento que se viera en todo momento como se procedía al lavado de bajos una vez finalizaban el evacuar las aguas menores o sea cuando se meaba o cuando se trataba del embrujo de defecar en condiciones normales, sin apreturas, sin esfuerzos, sin menoscabos y para rematar un gusto extraordinario, al limpiarse los órganos de forma expedita, sin dolor, sin arañazos, sin fisuras y quedando los esfínteres de lo más nítidos y más desinfectes posible.


En el Hotel los Robles, Manolo esperaba a Metchild un embeleso nicaragüense, una mujer delicada, de piel blanquecina, con olor a jazmín seductor, una persona de lo más cálido y tierno y con una voz que destrozaba a los más urgentes y atrevidos vasallos de la guerra. Por ello, había preparado recibirla de forma que jamás lo pudiese olvidar y siempre le quedara en su mente. Quedaran como amigos, o no pudieran entenderse en el terreno sentimental.

To be continued.
Continuará




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