jueves, 7 de octubre de 2010

un pintor poeta e intelectual



Joan Rodó al nacer Joan Odor al crecer


No pocos virtuosos y estrellas han cargado su pluma y atrevido a su arrojo para dejar constancia de lo que llega a ser tu legado creativo, artística senda de hombre sereno, diáfano a la vez rebelde y sencillo. Por ello con la más y cuidada verdad, siendo un humilde admirador intentaré airear y declarar un poco más, la calidad de tu alma, la sensibilidad en tu poesía y como no, el realismo como emprendes cualquier razonamiento.


Enlazas ilusiones con la textura fiel que imprimes a todas tus quimeras, regalándole esa pasión que muchos quisieran. Sobre tu pintura se han vertido ríos de prosa, de opinión, de originalidad que ni siquiera me atrevo a matizar por no arrebatarle a nadie conceptos y pensares y para ser sinceros por no repetirme.

Sin embargo, en este último tiempo que te trato con frecuencia y he compartido contigo, tantas horas de letras y de armonía, con el poeta, con el rapsoda que balancea prudente en el áurea de su enjundia, he notado en ti esa comprensión para los que te rodean y ese auxilio para los que envuelves con ese halo cariñoso, tan tuyo y tan grato que si no precisas pasa por alto de las estaturas originales, teniendo en cuenta la altura de Juan Rodó es llamar al verso y al lienzo por su nombre.



Pretendo con todo esto, ser fiel a mis principios, llamar y declarar a tus pinceladas como valores naturales, ya que a fin de cuentas a las bellas personas, a los grandes creadores basta con mirarles a los ojos y ver ese resplandor refulgente que regalan para aquel afortunado individuo que sabe acunarlo.

No existen dudas sobre el pintor, el poeta, ni el hombre, por ello con mi más sincera amistad y el más espontáneo de los afectos decirte: que ha sido un privilegio estar dentro de tu huella.

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